“No es un film de Hitchcock” -concluye categórico, el mismo Alfred Hitchcock cuando habla con François Truffaut sobre “The manxman” (1929; en Netflix). Y, ciertamente, en varios momentos me parecía estar viendo un film escandinavo planteando dilemas morales con férrea voluntad.
Truffaut intenta salvarlo por todos los detalles que se le ocurren (que si anuncia mucho el cine sonoro, que si se parece argumentalmente a alguna otra suya, que si se ve que la rodó con cierta convicción).
Pero Hitchcock no le concede la mínima: “El único interés de ‘The Manxman’ es el de ser mi última película muda”, “era muy vulgar, sin humor”…
Y, como única justificación de haberla hecho como la hizo: “Se trataba de una adaptación de una novela muy conocida de Sir Hall Caine (sobre un pescador de la Isla de Man sin un centavo que se va a trabajar en África para poder casarse con la hija del tabernero y le pide a su gran amigo abogado, de otra clase social, que cuide de ella…). Era un libro que tenía una gran reputación y que pertenecía a una tradición; era preciso, pues, respetar tanto la reputación del autor como dicho tradición.”
Vamos, la confirmación de que Hitchcock se crece, porque entonces puede aplicar sin problemas todos sus recursos, adaptando una novelucha, por encima de una novela de culto. Esperemos, pues, aún valorando como sabe mantener la atención del espectador ante este tremebundo melodrama, otra adaptación suya en la que dispense sin trabas toda su ironía.
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