lunes, 29 de noviembre de 2021

Sergio Larrain. El instante eterno

Sergio Larrain.




El centrifugado…

Hasta el 3 de diciembre estará disponible en Filmin, gracias al Festival D’Art, “Sergio Larrain. El instante eterno” (Sebastián Moreno, 2021) que, visto ahora, pasará a engrosar el grupillo de documentales de estos últimos años que, con modestia expositiva, sin entrar en “coups de force” autorales, han sabido trasmitir la biografía y la esencia de las obras de un gran fotógrafo.
El inmenso fotógrafo chileno Sergio -Queco- Larrain es la figura que ahora, después de contemplar el documental, sitúo y entiendo mucho mejor.
Si bien se inicia como un film biográfico más o menos standard, con sus hermanas enseñando álbumes de fotos familiares, encuadrándolo en relación a su padre (arquitecto que fue decano de la Escuela de Arquitectura De Santiago de Chile) y estilo de vida de su entorno (sin estrecheces económicas, viaje a los veinte años durante seis meses con toda la familia al Próximo Oriente y Europa, es verdad que para intentar superar la muerte de su hermano pequeño), poco a poco se va adentrando más, a partir de los comentarios de fotógrafos y artistas que lo conocieron o lo han estudiado, en el análisis de sus obras, de una manera que me parece muy productiva.
Uno de estos fotógrafos, para definir esas primeras fotografías en las que el encuadre deja a los personajes por los bordes y en el centro, bien definido, no queda sino la piedra, el vacío, pone el ejemplo de cómo queda la ropa por los extremos del tambor de la lavadora después de un centrifugado. Si lo he entendido bien, Larrain le dijo (o dejó escrito) que lo importante era el aire que había entre ellos.
Otro de los que aparecen en el film nos hace fijar en el desgarro, la soledad de la mirada de los personajes, que era la suya propia.
Tras el encargo de Magnum de hacer un reportaje sobre un mafioso, que él culmina gracias a intimar no se sabe muy bien cómo con él, haciéndole una fotografía durmiendo, tras la que hizo sus maletas, las de la boda del Sha de Persia, las de Vía Véneto, el corte y paso de nuevo a su esencia: Valparaíso, con, entre otras, la fotografía de esa niña bajando por una de las escaleras de la ciudad, de la que se explica cómo la obtuvo.
No sabía nada de toda su etapa final, explicada sobre todo por la madre de su segundo hijo y por este mismo, en la misma casa en la que vivió sus últimos años. La búsqueda del satori, de ese alto grado de conciencia, su abandono total de la fotografía (con la consiguiente rabieta de Koudelka), su paso a pintar unas muy sencillas acuarelas, de las que se ve alguna muy interesante, que no he sabido encontrar por la red.



El capo de la Mafia Giuseppe -Genco- Russo.


La niña de Valparaíso.


La casa de los espejos.

Una de las ultimas fotos de Sergio Larrain, en su casa, en la habitación donde meditaba.

 

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