lunes, 29 de noviembre de 2021

Donar cabuda

Al entrar a la sala de exposiciones hay que vencer durante un momento el contraste lumínico para ver, al fondo, una silla iluminada. En seguida apareció otra luz en un extremo, pero es que coincidí en el momento en el que una empleada procedía a lavar los lavabos que tiene la sala.

En una pantalla de la sala, una escena nocturna: un proyector arroja su haz lumínico sobre un hueco del terreno donde está aposentado.

El espejo y el banco con folletos y los textos de Perejaume, que se venden en la librería. Arriba, en la calle, apoyándose en el vidrio de la fachada de la Filmoteca, una chica ajena a lo que se cuece dentro.

Da un poco de miedo, al entrar en la exposición de Perajaume “Donar cabuda”, en la Filmoteca (hasta el 30 de marzo). Todo está muy oscuro y debes esperar a acostumbrarte a esa oscuridad para ver, al fondo a la izquierda, una silla de tijera iluminada y, a la derecha, una pantalla en la que se está proyectando una escena nocturna.
La silla, como alguna otra de la exposición, permite escuchar sentado una grabación de Perejaume. La escena nocturna de la pantalla muestra un proyector de cine que envía su haz luminoso hacia un hueco del terreno donde está aposentado.
Antes de entrar a la sala, Perejaume ha preservado el gran espejo que ven los que suben o bajan por las escaleras mecánicas, solamente poniendo encima suyo el título. En una repisa han colocado unos cuantos ejemplares de los “Apunts de cinema” del artista, de donde están extraídos los textos que pueden oírse o leerse dentro.
Más tarde, tras salir de la sala de exposiciones y entrar ya en la sala de proyecciones mediante un singular circuito -abajo, arriba, abajo-, desde la pantalla te recibe antes de cada sesión una escena que, según los comentarios del respetable, apostando cada uno de sus ejemplares por hacer la broma más cáustica, puede verse como una cinta sin fin:
-Aquest encara continua cavant. Ja fa uns quants dies que està aquí treballant -suelta a voz en grito, más feliz que una mona con su gracia, uno de ellos, haciéndose oír.
-Jo em canso només de veure’l- suelta un rival compitiendo con el anterior.
Ante el desconcierto de otro espectador por ver a alguien (el propio Perajaume) cavando continuamente hasta hacer un buen agujero, su vecina de butaca le explica que forma parte de la exposición que hay arriba, pero que ha pasado por ahí y no ha entendido nada.
Parece que por no entender no entienden ni lo que se proyecta como aperitivo a las sesiones de cine, y mira que eso sí que resulta meridianamente claro. Perejaume cava un hoyo en el que (como muestran las imágenes de la sala de exposiciones) el proyector irá arrojando, acumulándolas, todas sus imágenes.
En el programa de mano se explica que vio así a la Filmoteca, con sus salas de proyecciones enterradas en un subsuelo de la plaza.


Entrando en la sala Chomón para ver una película, la sorpresa de ver a Perejaume cavando sin descanso.

 

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