martes, 16 de noviembre de 2021

La puesta en escena de la pintura

 


Disfrutando como un energúmeno en el curso de José Luis Guerin que empezó ayer, “La puesta en escena de la pintura”.
Con el objetivo de “pensar el cine a través de la pintura” ayer inició su charla con la primitiva pintura china, absolutamente avanzada en la materia a la occidental… para excusarse diciendo que se centraría en el mundo occidental.
Uno de los engranajes fundamentales en esa historia de la puesta en escena mostrada por la pintura fue Giotto, por lo que ocupó buena parte de la charla: nos inundó de cúpulas celestes.
Y una de las cosas en las que nos hizo fijar de Giotto y en la que yo no había reparado fue en esa diagonal que suele imprimir en sus obras, como en esta escena que representa el anuncio a Ana, de la capilla de los Scrovegni de Padua bastante lejana de ser de las más “bonitas”, la marcada de punta a punta por el brazo de la criada de la izquierda y culminando en el del ángel y sus alas a la derecha.
Tres densas -pero llenas de placer- horas constituyeron la sesión, de las que deduces inmediatamente el trabajo y la ingente reflexión que hay detrás de ella. Y de entre las reflexiones, puesto que los frescos de las iglesias medievales han sido el grueso de la materia, destaco aquí una que da bastante de sí:
“Como la enorme mayoría de los feligreses eran analfabetos, las iglesias estaban llenas de historias contadas en imágenes” -hemos leído u oído decir constantemente. No es que Guerin fuera ayer contra esa afirmación de que esas pinturas estaban llenas de historias. Precisamente de la puesta en escena de las mismas iba la sesión. Pero sí negaba la mayor: que lo que no habrían entendido leyendo, porque no sabían, lo hacían viendo las imágenes. Porque -reflexionó en voz alta- esas historias no se deducen de lo que se ve si no se dispone previamente de mucha información, como un gran conocimiento de las Santas Escrituras o las vidas y leyendas sobre los santos. Son imágenes, pues, que, como mínimo, han debido ser oídas previamente. Necesitan un mediador. Quizás lo que pasa -finalizó- es que a la Iglesia ya le interesaba hacer de mediadora, para explicar lo que quería y como quería.


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