sábado, 6 de noviembre de 2021

Nueve Sevillas

Ahí a lo lejos, Gonzalo García Pelayo, Pedro G. Romero y Javier García Pelayo presentando la sesión de ayer.

En la secuencia del prólogo.

Yinka y la enorme vaca

El Niño de Elche en un ensayo

Rosalía

-Enciclopedia pagana de flamenco popular. He pensado un título así -le digo a Gonzalo García Pelayo cuando, ya en la calle, tras la sesión, me viene a preguntar que qué me ha parecido.
-Tú escribe lo que creas y mañana te leo con mucho gusto-me contesta.
La cita fue ayer en el Festival In Edit, en una de las salas grandes del Cine Aribau, para ver “Nueve Sevillas” (Gonzalo Garcia Pelayo y Pedro G. Romero, 2020), con el cartel de no hay entradas, lo que tendría que suponer, digo yo, un buen empujón para el estreno del film, que la encargada de prensa me dijo que estaba ya acordándose para este mismo mes. Y a la cita han venido los dos directores de la cinta, Pedro G. Romero aprovechando una estancia suya más o menos larga en Barcelona y Gonzalo García Pelayo llegado para la ocasión (como también su hermano Javier y las actrices Aida Khai y Sílvia Rubí) en un momento de aburrimiento entre los rodajes de su apuesta de rodar 7+1 películas en un año (que la realidad ha desbaratado y ahora parece que se convertirán en 9).
En el “prólogo” de la película, mientras en off se oye un recitado femenino, vemos a una serie de transeúntes de la ciudad y, entre ellos, avanzando hacia la cámara, la figura característica de Gonzalo Garcia Pelayo, camisa suelta de color vino y cara de ir reflexionando. “A veces de su cuerpo brota la alegría”, dice un texto impresionado en la pantalla, que más tarde tendrá su eco, y pasamos a ver una serie de caras de asistentes a una corrida de toros en La Maestranza. Vienen entonces unos títulos de crédito con los que alternan el sonido ambiente y el silencio más absoluto. Y empieza el flamenco.
Esos títulos de crédito ya confirman de forma inapelable que ésta (al contrario que otras de las suyas que no lo necesitan, según ha dicho Garcia Pelayo en la presentación) es una película muy trabajada en cuanto a montaje, que se ha desarrollado durante un largo tiempo. Y aquí conviene decir que el responsable del extraordinario montaje, según figura en los títulos de crédito, es Sergi Dies, montador, por ejemplo, de Joaquín Jordá…
Empieza propiamente la película entonces con la imagen de unas manos moviendo la arena del suelo. La cámara enmarca luego las piernas de quien tocaba la arena, para a continuación, en otras imágenes también montadas con precisión y ritmo, hacer ver que estamos ante una serie de ensayos de zapateado de Israel Galván en el coso. Un antiguo documental nos recuerda a Luis Miguel Dominguín, para seguir con imágenes fijas en la arena de la misma Maestranza.
Todo este inicio de la película tiene una fuerza impresionante, que enlaza con la sorpresa de lo que viene a continuación, que no es sino un primer capítulo, una primera Sevilla, un primer barrio de Sevilla, recorrido por Yinka, una bailadora negra, conversando a ritmo de suave paseo con un entendido…que lleva por calles de la ciudad nada menos que a una enorme vaca.
Este primer episodio marcará la pauta de todos los otros, por lo demás absolutamente integrados en una unidad, que impide hablar de nueve películas, sino de una sola. Yinka es una de las figuras del flamenco con las que se dialoga y, como todas las demás, aunque identificada con la ciudad, está clarísimo por el color de su piel que su origen es otro. Eso mismo pasará con cada uno de los sacados en la película, que van correspondiendo a los del cartel de la exposición preparado para la Bienal de Flamenco de Sevilla de 2018 por Pedro G. Romero, origen del film: nueve figuras del mundo del flamenco de Sevilla, pero venidos hace muchos años de fuera, con casos sonados como una gitana gallega -que nos enseña su casa, una chabola junto al cementerio- o un vendedor ambulante originario de un país del este europeo.
Sabedor de la longitud de la película (dos horas y media: “imposible menos si queríamos mostrar las nueve Sevillas”, señaló en el coloquio Pedro G. Romero), Gonzalo García Pelayo quiso levantar lo que podría suponer un cierto bache para el espectador mostrando si no algo de sexo, por lo menos algún desnudo, pero todo se salda con una sonrisa irónica de la que debió ser una de las sondeadas. Tampoco fue demasiado grave el no poder contar con ello y, pese a su duración, la película acaba en lo alto, con una actuación de Rosalía y, cuando la gente ya desfilaba saliendo de la sala, tras los últimos títulos de crédito, la sorpresa de lo que podríamos decir que viene a ser una deconstrucción de la Macarena.
Tratándose de flamenco, podría haber triunfado la tentación de hacer una película bien ortodoxa, que se quedase mostrando de forma clásica la esencia, pero igual que el recorrido por las nueve Sevillas del film va alejándonos del centro de la ciudad hasta conducirnos por territorios exteriores de la casi no-ciudad, no-lugares como un Carrefour de las afueras o los alrededores de un cementerio, por la película hay hasta actuaciones en un portal, impecables, pero captadas por una cámara que, al estar al otro lado de la calle, deja pasar entre ella y la bailarina coches y motos con el consecuente ruido, por ejemplo. También Gonzalo García Pelayo persevera aquí en lo del metacine, enseñando frecuentemente las tripas del rodaje, aprovechando los fallos y descartes para ofrecer esa sensación de realidad, de trozo sacado de la realidad, que suelen tener sus films. También, como pasa en muchas de sus películas, afloran por la pantalla frases poéticas que ayudan a crear el clima. Parece ser, además, que el mismo Pedro G. Romero fue entrando en el juego.
Desde danzas de insertos con imágenes de los sonoros y significativos nombres de las calles (en buena parte, ahora no recuerdo si todas, sacadas, como otras muchas cosas, de escenas de “Vivir en Sevilla”), hasta intertítulos con frases que son todo un aporte documental, van vistiendo la película que, tomándose su tiempo, va sedimentando hasta convertirse en toda una lección heterodoxa sobre la historia, sentido y situación actual del flamenco.
Para un profano como yo, este aspecto de lección sobre todo un poso cultural será el que prevalecerá, posiblemente, de la visión de la película, sin despreciar elementos de impresión como la autoridad de un Niño de Elche en sus ensayos o lo estremecedor de creo que es Rocío Marquez cantando que la metieron a monja.


Javiera de la Fuente

Otro paseo por barrio de Sevilla.

Gonzalo García Pelayo, anoche, pensando que podía haber resultado ganador en una apuesta 10 a 1 de haber apostado por el Cádiz en su enfrentamiento con el Atletic.

 

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