Viendo que “Viejo calavera” (Kiro Russo, 2016), está producida por un sindicato minero, la primera idea fue pensar que sería una meritoria, pero no demasiado atractiva película boliviana sobre la dura vida de los mineros.
Algo hay de eso, como vemos en las escenas en el interior de la mina (por otra parte impecable y muy atractivamente fotografiada), en la que todos mascan coca para poder soportar el trabajo, pero la sorpresa reside en que el film, proyectado en el Festival de Locarno, escoge mostrar ese oscuro ambiente minero siguiendo la pista de un desgraciado zumbado, que comete pequeños hurtos para hacerse con lo que se mete en el cuerpo y alucinarse en discotecas, hasta que tras la muerte de su padre, vencida la paciencia de su padrino, éste se decide a colocarlo con él en la mina.
El chico, al que cuesta entender un montón (como a todos los demás que mascan coca, agravado por lo que él por su parte se mete dentro) sigue causando problemas, pero la cosa llega a una enternecedora escena final, en una camioneta yendo por Los Andes, que a mí me ha recordado, por muy alejadas que puedan resultar, a varías películas sobre la difícil educación de un inadaptado. La lista es larga y de seres totalmente diferentes entre sí (Gaspar Hauser, Victor de l’Aveyron, el François de “La infancia desnuda”, King Kong,…), pero siempre llega ese momento de comprensión y empatía…
La película la deja ver Le Cinéma Club hasta el próximo jueves en este enlace:
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