La ola de calor se hace notar tanto en el barrio londinense de Pimlico, que hasta al caballo de la cuba de agua para regar la calle le han puesto un sombrero de paja.
He vuelto a ver la comedia de la Ealing “Pasaporte para Pimlico” (Henry Cornelius, 1949), en esta ocasión fijándome en cuestiones laterales:
-A qué bando dialéctico del Procés podría haber favorecido aportar la película como antecedente a tener en cuenta. Al margen de que ya se vio qué bando ganó la batalla mediática, por incomparecencia del otro debido a cortedad de miras, la verdad es que no he llegado a conclusiones firmes al respecto. Ambos bandos, de hecho, podrían acercar al ascua su sardina.
-Sentido de humor surrealista. Un ejemplo estaría en ver al bobby reconociéndose, asombrado, como “extranjero”.
-Huellas de la reciente guerra. Siendo 1949 el año de producción de la película, se hacen tremendamente presentes. De forma material directa (ese solar procedente del derrumbe de todo un bloque de casas debido a una bomba alemana), consecuencias de su penosa recuperación (las cartillas de racionamiento tan presentes) o por costumbres adquiridas y plenamente asumidas (la política de crisis en los noticieros, el inmediato despliegue del voluntariado de defensa civil).
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