viernes, 3 de septiembre de 2021

Los peligros del flirt


Una escena muy de Lubitsch. Los dos tortolitos desayunan en la misma mesa. Él se está preparando con una cucharita, para tomárselo, un huevo pasado por agua, mientras que ella hace lo propio con un café o un té. El plano siguiente encuadra al huevo duro y al café, sin verse de los personajes más que sus manos accionando sus respectivas cucharitas. Entonces desaparecen las manos de ambos un momento, para volver a verse súbitamente alejando de sí los dos platos con sus contenidos, pues parecen estorbarles para sus maniobras y nosotros, los espectadores, nos quedamos contemplando sólo ese desayuno apartado, aún listo para empezar.
Eso de vivir una situación desde fuera, sin verla, a través de elementos secundarios, es bastante típica en Lubitsch. Podemos recordar cómo en “Àngel” (1937), por ejemplo, conocemos el estado anímico de los comensales por el aspecto con que van llegando sus platos a la cocina o cómo el rey de “La viuda alegre” (1934) descubre la infidelidad de su mujer porque no consigue ajustarse en su oronda pancha el correaje del sable que ha ido a buscar a su habitación…
Ésta es “Los peligros del flirt” (“The marriage circle”, 1924), que Mk2Curosity deja ver en su web hasta media tarde del 16 se septiembre, en una copia con música muy animada.
Por cierto que ya empieza con una escena francamente inusual: un primer plano de unas pantorrillas masculinas. Alguien (que luego descubriremos que es Adolphe Menjou) se está poniendo unos calcetines… que descubren un terrible descosido a la altura del dedo gordo. Esto sería en la película señal inequívoca del descuido en que la mujer -a quien también vemos a continuación robarle el espejo al marido que lo está empleando para afeitarse, para ver el resultado de su maquillaje- tiene al marido, dando por sentado las competencias del rol femenino. Pero no es bien bien así. En la posterior trama, vuelta a tocar por Lubitsch años después en “Una hora contigo” (1932) trocando a Menjou por Chevalier, llena de los flirts y malentendidos, con consuelos amorosos que tienen lugar tras una puerta cerrada, juegos de dobles ascensores y otras cosas así entre los miembros de dos matrimonios y el médico compañero de despacho de uno de los maridos, son las mujeres las que llevan siempre las riendas de todo.




 

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