miércoles, 15 de septiembre de 2021

The lady refuses


Noche de niebla espesa por Picadilly Circus. Una pareja de bobbies patrulla, cubiertos con sus capas, mientras suena, lejano, el Big Ben. Una mujer de aspecto dudoso se tropieza con ellos y rehuye el encontronazo, pero no puede evitar que la sigan.
Un magnífico, prometedor inicio para “The lady refuses” (George Archainbaud, 1931), que estúpidamente, debido a notas críticas bastante desanimantes, no he visto hasta ahora, cuando le queda poco tiempo (hasta el jueves 16 a las 17h) visible en Mk2curiosity (enlace al final).
A continuación un corte nos sitúa en un acogedor, lujoso interior. Lo vamos apreciando por pequeños, ajustados, elegantes detalles: los planos medios de la preparación de una mesa y de bebidas de alcurnia por parte de un mayordomo, consciente de la responsabilidad que le infiere su función. El señor de la casa, que ahora aparece, está claro, espera una visita, a quien quiere agasajar. Aún no hemos visto la espectacular, cálida biblioteca, donde se producirá la conversación del señor de la casa y su visita, que no es otro que su hijo, quien dice que no puede quedarse. Pero la cena preparada no se desaprovecha, sino que será, insospechadamente, con otra persona…
Es la película, pese a que buena parte de su metraje pasa por una comedia (con sus bufones y todo, aquí representados por Dubbs, el mayordomo, y Millie, la criada de la casa que supone el segundo escenario del film), un melodrama de aúpa, casi de manual, por el que flotan cuestiones como el amor paterno-filial, las malas compañías, la reputación, la confianza,… Yo, la verdad, me he divertido y lo he pasado también muy bien en esta parte, en la que, en algún momento, parece que estés viendo a actores actuales haciendo de actores en una película de aquel entonces, en las situaciones y con los gestos y diálogos que se esperan de una de aquel entonces.


 

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