viernes, 3 de septiembre de 2021

La proie du vent

Se encuentran por internet toda una serie de carteles muy interesantes de la película.

El aviador, Charles Vanel.

La oficina de Le Bourget.

Mientras, en Libanie, en los Balcanes….

El aviador, recuperándose de las heridas de su accidente, tiene la suerte de los cuidados de la condesa.

Otro de los carteles del film.

¿Quién se acuerda de René Clair? Se preguntaba Antonio de Moragas. Él lo decía, creo yo, pensando en aquella época en la que Clair ya era académico y era habitual, entre gente bienpensante, ir a ver su último film, porque “hacía muy buenas peliculas”.
Habrá que responder a la pregunta que la Cinémathèque Française sí se acuerda de René Clair, porque ha colgado en su página web Henri (enlace gratuito abajo) una película suya poco vista, “La proie du vent”, que es además de la espléndida época inicial del realizador, de cuando aún era valorado como vanguardista: 1926.
La trama muestra a un aviador parisino (Charles Vanel) cuyo avión efectúa un aterrizaje de emergencia en un castillo rodeado de un bosque por centroeuropa. Le acogen en el castillo para recuperarse de sus heridas, donde, al margen de despertarse en él una inmensa pasión amorosa, entra en lo que tiene todos los visos de ser una oscura trama de espionaje balcánico.
Iba, viéndola, valorando alguno de sus aspectos visuales, como las imágenes rodadas desde el biplano, la buena caracterización de la oficina aeronáutica, los paseos de y con la condesa por los jardines y alrededores del Chateau, etc., hasta llegar a una persecución automovilística que ríete tu de las del Fritz Lang de la época. Pero, para entonces, la trama ya me había ganado totalmente y la seguía con suma atención.
La copia restaurada presenta unas secuencias de tono sepia y otras azul, pero siempre en muy buen estado, mientras que eso no pasa, curiosamente, en los intertítulos, que en ocasiones presentan dificultades de lectura por la falta de restauración y en otras, aunque restaurados, están tan poco tiempo que no dejan leerlos totalmente. Pero al margen de estas nimiedades, invito a ver la película en el siguiente enlace, pues vale mucho la pena y es de una potencia visual (salvo unas escenas en calabozos de los Balcanes iniciales) extraordinaria:
Quizás cuelgo demasiadas fotos, pero, aunque no se crea, ya he hecho una buena selección dejando fuera unas cuantas que también corroboran lo que vengo diciendo.


Los paseos de recuperación con la condesa.

Sospechas vislumbradas.

Acechando por la noche.

Ella tras su aseo personal nocturno


El Chateau. Me recuerda, con esa fosa y el puentecillo al de “La caída de la casa Usher”, de Jean Epstein.


 

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