Premio Goncourt a los treinta años, partidario del Frente Popular que interviene en la Guerra Civil española, pero también, tras flechazo con el General De Gaulle, apoyo básico a una idea glorificadora de Francia.
Personalidad contradictoria, de la que casi nada se sabía de su infancia, con heroicidades posteriores de las que se vanagloriaba que a la fin resultan más que dudosas, autodidacta sin título académico alguno que, pese a ello, crea el Ministère des Affaires Culturelles y ofrece un modelo luego imitado por todos los Estados del mundo.
Es de esta etapa, con su creación de las Maison de Culture por ciudades de la provincia francesa, sobre la que sobre todo habla, para mí con sumo interés, “André Malraux. El desafío del poder” (Xavier Villetard, 2019; en Arte TV, enlace abajo), sembrando dudas, pero notable fascinación sobre el personaje.
Por el final del documental, que pasa también por sus desencuentros con la gente del cine (el caso Langlois), aparecen en la pantalla las imágenes de tres intelectuales de ideas políticas bien diferentes: Jean Paul Sastre, Louis Aragon y André Malraux. Los tres han firmado un escrito contra el régimen franquista que, en un tardío 1975, decreta, imperturbable, varias penas de muerte.
Hay que ver este documental, que habla también de nosotros. Hay que oír a Malraux diciendo un discurso o respondiendo ante una entrevista televisiva. Para bien o para mal, una figura del siglo XX que lo define.
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