martes, 3 de enero de 2023

La entrevista de Antonio Drove a Douglas Sirk


El programa de este enero de la Filmoteca está repleto, desde el primer día, pese a las vacaciones de Navidad, de sesiones en principio de gran interés, por lo que se prevén conflictos grandes para determinar qué dejar fuera por problemas de agenda, que ya no da más de sí.
Al margen de unas cuantas sesiones especiales, coinciden en el mes un ciclo dedicado a Pedro Costa, otro a Masaki Kobayashi y un tercero a los melodramas alemanes iniciales de Douglas Sirk.
Ayer empezó este último con la proyección de la muy dinámica, llena de raccords muy curiosos en sus transiciones entre escenas, “Pilares de la humanidad” (1935), pero quiero señalar ahora su complemento inicial.
Quien en su día viera las entrevistas que hizo Antonio Drove a Douglas Sirk para servir de introducción al ciclo que TVE le dedicó, seguro que las recuerda, pues se trata de un programa mítico… destruido posteriormente por la televisión al no considerarlo programa, sino simple promoción.
Pues bien: en la de ayer (que se repetirá el jueves 12) y en otras tres de las sesiones del ciclo se van a pasar cuatro de los capítulos de esas entrevistas, los que corresponden aproximadamente a precisiones de Sirk sobre las películas que hizo en Alemania.
Ferran Alberich, que colaboró con Drove en el proyecto (explicó ayer que le prestó la versión original del libro que Jon Halliday hizo sobre Sirk…y nunca se lo devolvió) se dedicó a presentar, más que nada, a ese personaje tan singular que fue Antonio Drove.
Lo definió como personaje muy impulsivo, lo que le ayudó en cierta forma en sus proyectos pero le llevó a peleas sin fin con productores e instituciones en defensa de su propia obra, proceder que definitivamente acortó su filmografía.
Alberich es un pozo inagotable de conocimientos de los cineastas de su generación y ayer, con pocas frases, supo situar muy bien a esos recién salidos de la EOC que, contratados por la televisión pública, hicieron, casi a pesar de ésta, las filmaciones más interesantes de toda su historia (esto es cosecha mía), viéndose sometidos a un peculiar sistema de premios y castigos que llevó al ostracismo a muchos de ellos.
Relató el caso del actual Presidente de la Academia de Cine, Fernando Méndez Leite, “castigado” a retransmitir en directo cada noche, en la entonces solitaria lejanía de Prado del Rey, el cierre de emisiones, sacando una cruz de su entorno.
La sorpresa es que comentó que las famosas conversaciones que Drove sostuvo con Sirk en su residencia en Lugano partieron de un encargo-castigo que TVE hizo al realizador, molestos por las protestas sin límite que Drove propagó cuando vio que el último de los tres capítulos de la serie “Curro Jiménez” que dirigió había quedado totalmente mutilado. No fue la última batalla emprendida por Drove. Aunque pudo acabar su largometraje “La verdad sobre el caso Savolta” como quería, se tuvo que enfrentar enormemente a su productor, Andrés Vicente Gómez, para conseguirlo, y quedó entonces doblemente marcado, teniendo que hacer su siguiente, ya muy posterior y última película -“El túnel”- en Latinoamérica.
El encargo inicial era -explicó Alberich- que, al estilo de lo que hacía por entonces la televisión francesa, grabase en un plano fijo el saludo y una frase de Sirk sobre la película que se iba a ver después.
El paso de ésta limitadísima idea-encargo inicial a la complejidad y riqueza del resultado final (una de las más bellas y emocionantes lecciones de cine -y otras cosas- que puedan verse: vuelve a ser cosecha mía, pero muchos apoyarían mi opinión) fue una escalonada sucesión de batallas emprendidas por Drove contra la televisión.
La mínima declaración protocolaria de Sirk de unos minutos por película solicitada se convirtió en una auténtica conversación entre dos cineastas de muchas horas de duración. Drove fue consiguiendo ampliar la duración de cada introducción en la que él y Alberich la dividieron, que se mantuvieran las declaraciones de Sirk en el inglés original, con el correspondiente subtitulado, y todo de pequeños victorias en cuestiones de este estilo, dando por resultado esas horas de entrevista que los de mi generación que las vieron en su día tienen por una cima que señala lo que se puede llegar a hacer en una televisión.
Lo proyectado procede de una copia que preservó Ferrán Alberich y depositó en la Filmoteca Española, pero no hay imagen alguna que pueda presentar, por lo que he escogido colgar sendas fotografías de Drove y Sirk por separado, de aproximadamente la edad que tenían entonces.



 

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