jueves, 19 de enero de 2023

O sangue


Es interesante ver “O sangue” (el primer largometraje de Pedro Costa, 1989; ayer en la Filmoteca, mientras él guiaba un recorrido por y comentaba la exposición de fotos de Manoel de Oliveira, un cineasta del que llegó a confesar inicialmente que no le interesaba nada…) porque es anterior a todo lo suyo, diferente de todo lo que, en ficción, le siguió.
Más interesante aún: la película se inicia con un sonido sobre una pantalla en negro. Luego, aparece una escena muy estilizada, muy estudiada su planificación: una bofetada.
Viendo ayer este inicio de su película y de su filmografía, me pareció toda una declaración de intenciones: la banda sonora como elemento básico de definición, el blanco y negro en vez del color. Retrocedí unos años, pensando en el primer largometraje de José Luis Guerin, “Los motivos de Berta”(1983), que exhibía esas dos mismas preocupaciones.
Luego la película tiene planos de una belleza deslumbrante, como todos los que cuentan con la presencia de Inés Medeiros corriendo por la carretera o yendo junto al río con Pedro Hestnes, pero también las del baile nocturno que cruza la pareja, o escenas con gente en balcones de unos apartamentos modernos. Una belleza, ésta, de la que me da la impresión que Pedro Costa intentará huir en sus films posteriores… hasta que ese personaje tan extraordinario de “Vitalina Varela” (2019), quizás a su pesar, la recupere.
Saliendo, me ha reconfortado ver que no era el único que había quedado algo despistado sobre el alcance narrativo de la película, pues todo eran preguntas que uno u otro espectador hacía a sus acompañantes sobre determinados puntos de la historia que no le habían quedado claros.
Esos detalles al margen, yo diría que esa sangre del título no tiene que tomarse como tal fluido, producto de violencia, que en la película se oculta, como he oído alguien decía, sino en el sentido de filiación, de ADN que se trasmite de generación en generación.
Entendiendo el argumento de la película o no, la estética de varios films clásicos me ha parecido que se colaba por varias escenas, desde la cahierista “Los contrabandistas de Moonfleet” hasta el descenso de los niños por el río de “La noche del cazador”, con ciertos elementos de Jacques Tourneur, lo que puede ser cierto, porque por algún lado leí de esa relación de los films protagonizados por Ventura con “Yo anduve con un zoombie”.



 

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