El búho que, reflexivo, lo observa todo.
Ayer en la Filmoteca (los vuelven a pasar el viernes en primera sesión) tres capítulos más de la -ya lo puedo decir a tenor de lo visto hasta ahora- impresionante serie para la televisión (Thierry Garrel en La Sept) de Chris Marker, “L’heritage de la chouette”(1989), siempre centrado en el mundo griego y lo que nos ha llegado de él a Occidente.
El cuarto capítulo (primero de los de ayer) está dedicado a la Nostalgia (nostos = regreso, algos = dolor), según muchos de los entrevistados del momento lo que definía a los griegos del momento. La cantante Angélique Ionatos (que, por cierto, veo que ha fallecido estos días) lo dice muy bien en su perfecto francés: ganas de volver a Grecia, porque no se puede vivir del daño de no estar ahí… para salir huyendo de ahí, porque se está mejor en Francia sintiendo esa nostalgia, que es también de un pasado… que ya no les pertenece. Angelopoulos empieza el capítulo sorprendido de oír los nombres que se oye han puesto a unos cuantos niños de su alrededor: todos de tragedias del mundo clásico, una forma -dice él- de engancharse a algo sólido. Pero él mismo y otros señalan que los griegos actuales son como los griegos de entonces… pero a la vez ya no tienen, después de tantas guerras, invasiones, giros de la historia, nada que ver. Hablando de los turcos llega a reconocer que en un momento dado griegos y turcos eran exactamente iguales (comida, casas, bailes,…) excepto en el idioma.
El quinto capítulo está dedicado a la historia reciente, de los últimos veinte años, siendo relatada sobre todo por Vassilis Vassilikos (el de “Z”) y Elia Kazán. Es muy interesante lo que explica el primero de esa continua pugna por Grecia entre Rusia (a través del bizantinismo y la Iglesia Ortodoxa) y Gran Bretaña (luego EE.UU), ayudando a desprenderse de los alemanes (rey bávaro primero, los nazis con cien años de diferencia).
Viendo el sexto y último capítulo de esta sesión, dedicado a las Matemáticas, te dices que la cosa, siendo también de gran interés, ha errado el cauce marcado, hasta que un último entrevistado hace una síntesis que nos permite ver que sí, que también se habla de la herencia griega. Previamente, una intervención magnífica de Michel Serres nos ha informado de que de los griegos nos llegaron las matemáticas. Todos los nombres de ese campo (logaritmos, paralelas, polígono,…) son nombres griegos, no importa en qué idioma se esté hablando. Por primera y única vez hay un único idioma para todos, que es el mismo y significa lo mismo que entonces: cuando Thales hablaba, por ejemplo, de unas paralelas, se estaba refiriendo a lo mismo que nosotros hoy en día. Más tarde en el capítulo aparece un segundo conjunto de conocimientos ligados a las matemáticas, con los algoritmos y la inteligencia artificial, que ya sería de otro origen. Pero, finalmente, aparecen los presocráticos, anteriores pues a los atenienses. Hemos heredado de ellos la unidad perdida que para ellos tenían los conceptos, que eran a la vez matemáticas y poesía.
La serie me tiene intrigado, porque el discurso de Chris Marker suele ser mucho más disperso. No sé si aquí contó con ayuda de gente que supo imponer una visión general tan rigurosa, expuesta por capítulos de forma tan clara. Que él está detrás no hay ningún género de dudas, aunque parezca concretarse su intervención sobre todo en pequeñas bromas. Así, cuando Michel Jobert dice que el discurso actual político suele ser extremadamente exagerado, Marker mete un inserto de Giscard d’Estaing diciendo ante un micrófono que “estamos entrando en una nueva era para Francia”. No deja escapar sin darle una buena tunda de palos, rebatiéndoselo en un rótulo a Georges Steiner, cuando éste casi se enfada, despreciativo, diciendo que los griegos actuales ni por asomo son lo que los de la Grecia Clásica. Aparecen también -¡cómo no!- gatos punteando, y una animación de búho que se pregunta “¿están hablando de mí?” cuando un entrevistado lo nombra.
Angélique Ionatos.
Michel Serres
Elia Kazan
Oswyn Murray.
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