lunes, 15 de febrero de 2021

L’expérience Blocher


No ha estado mal, aunque sólo alarme más sobre la situación, sin aportar vías de solución, ver “L’expérience Blocher” (Jean-Stéphane Bron, 2013; en TV5Monde) el día después de unas elecciones en las que se ha demostrado que el nacional-populismo sigue en auge.
Se suele preguntar quién ejerce en la actualidad de presidente de la Confederación Suiza para demostrar que no sabemos nada sobre los asuntos de ese país y es bastante verdad. Según aprendo gracias a la película, Christoph Blocher es un empresario y político suizo que se dio a conocer oponiéndose a toda inclusión de Suiza en organismos internacionales y que, ya en el gobierno federal, promovió una serie de leyes para reformar -limitándolo- el derecho de asilo, e instaurar los centros de reclusión y luego efectuar la expulsión de inmigrantes.
En 2011, estando en el Festival de Locarno, aprecié directamente la polémica suscitada por una serie de carteles publicitarios -genuinamente fachas- como los que cuelgo, y que ahora he vuelto a ver en el documental. Siempre tiene un éxito terrible, por todas las latitudes, ese mensaje de actuar contra un supuesto enemigo exterior, causante de todos los males, mano de santo para reservar y colocar de ese modo al propio país en un estado idílico insuperable, paraíso envidiado por el planeta entero.
Blocher sacaba a colación siempre que podía ese legendario pasado “nacional”, para tomar ejemplo de él. En su caso sería el de las gestas de Guillermo Tell. Algún chiflado de su cuerda aparece en reportajes sobre sus mítines disfrazado y con una ballesta cargada a cuestas...
Bron hace en el film un seguimiento constante de las actividades del Blocher, al que nos dice que convenció diciéndole que quería sacar “a la persona”. Le vemos hasta en batín y zapatillas, sentado en su butaca Louis XV, pensativo ante la ventana panorámica de su casa o mirando los cuadros del relamido pintor Albert Anker, del que es el mayor coleccionista mundial. Pero principalmente lo acompaña y le graba en sus traslados en coche, mientras él va soltando toda una letanía interior que nos permite conocer la evolución y hazañas del personaje.
De todas formas, ahora que lo pienso, la película que realmente me gustaría ver sería una sobre su pasiva y al parecer muy fiel mujer, preocupada con sus problemas y eufórica ante sus triunfos, dormida en el lecho matrimonial con un libro en las manos, esperando a su marido, que en solitario prepara en la habitación anexa su estrategia política, o sobre todo dormitando al unísono con el político en el asiento posterior del coche oficial que los lleva de un lado a otro.





 

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