miércoles, 1 de noviembre de 2023

Primrose Hill


Hay en el catálogo gratuito de ARTE ahora (porque no lo había visto por ahí) un apartado formado por “Los cortos de los grandes”. Vi anoche los correspondientes a François Ozon (“Action vérité”, 1994), Claude Miller (“Camille ou la comédie catastrophique”, 1971) y Mikhaël Hers (“Primrose Hill”, 2007), que tienen todos ellos esa pulsión de los primeros films, en los que se ha volcado, directa o eludidamente, mucho.
Me han causado una sensación contradictoria. Me ha gustado mucho verlos (sobre todo el tercero, cuyas imágenes y enlace pongo abajo), pero me ha hundido bastante saber que no tendrán recorrido futuro.
Claude Miller -del que se presenta un film de lo más loco- murió en 2012, sin que realmente llegara a destacar nunca: eso queda ejemplificado con lo que se suele decir de él para identificarlo, que fue ayudante de Truffaut y quizás su único discípulo, como demostró rodando “La petite voleuse” (1988), quizás su mejor trabajo.
François Ozon se ha hecho un realizador prolífico y valorado, pero todas sus últimas películas se me caen por una u otra razón, que suele ser la gratuidad, y hasta he dejado de irlas a ver, aunque es uno de los pocos cineastas franceses que se siguen estrenando, y con todos los honores.
Digo que la que más me ha gustado -mucho, en realidad- es “Primrose Hill”, de un cineasta, Mikhaël Hers, del que sólo creo haber visto previamente su último largometraje, “Los pasajeros de la noche” (2022)… sin que me dijera gran cosa. Decepcionando, pues, las esperanzas que podrían ponerse confiadas en él tras haber visto este mediometraje (57 minutos) que ahora ofrece la plataforma.
Si me ha convencido “Primrose Hill” es en primer lugar por su estructura. Primrose Hill es una colina londinense desde la que se tienen muy buenas vistas de la ciudad (también el barrio donde Friedrich Engels escribió alguno de sus libros y a donde acuden ahora durante el fin de semana bastante gente “a la page”), y la voz en off femenina habla de su experiencia en ella, mientras que el grupo de amigos protagonistas, reunidos en un momento que parece clave en sus vidas, a la espera de una decisión que no se sabe tomar, acuden a una colina similar, pero en los alrededores de Paris.
Pero al margen de su estructura, diría que la película ha sabido captar un momento vital juvenil… ya con cierta madurez, como nostálgica de lo que se podría hacer y no se hace. Hers rondaba la treintena cuando la rodó y… quizás revise su última película y procure ver las anteriores, a ver si algo de lo observado en ésta queda.




 

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