Tess Renaudo, una de las Co-directoras de L’Alternativa, en su pequeña introducción a la sesión, ante un público que abarrotaba la sala. La imagen del ciclo de L’Alternativa en la Filmoteca, “Fallen Leaves”, de Aki Kaurismaki también se desarrolló en circunstancias parecidas. Hubo asientos que se vendieron erróneamente dos veces, debido al fallo del sistema. Yo ya me había quedado fuera, pues cuando reaccioné ya se habían vendido las localidades.
El inglés, protagonista del film, junto a su chabola, a los pies de la muralla de la ciudad.
La Señora (Isabella Rossellini), viviendo en la destartalada, cayéndose a trozos, casa señorial.
Anoche, entradas agotadas y hasta overbooking debido a una caída informática del sistema, media de edad mucho más baja que lo habitual, en el pase en la Filmoteca, dentro de L’Alternativa, de “La chimera” (Alice Rohrwacher, 2023). Éxitos como éste parece que no se dan ya más que en festivales de cine (pasó algo parecido hace una semana con la última película de Wim Wenders en el Festival de cine Asiático), pero bienvenidos sean. Y, en este caso, ¿por qué no creer que la película es de las que crean afición y prometen un buen futuro al cine? ¡Ojalá!
Durante el confinamiento, Alice Rohrwacher rodó unos cortometrajes por su hábitat que permitieron darnos a conocer el sitio donde vivía y cuáles eran sus vecinos: se trataba de un entorno totalmente rural, con gente superviviente de una economía de otra época. Viendo la vieja pero preciosa estación de tren okupada del film, con su vida en cooperativa, pueden atarse ciertos cabos. La cineasta está intentando -y a mi modo de ver logrando- hacer un cine poblado de gente popular, y tejiendo ella un cine a su vez de raigambre popular, en cierta forma heredero de Pasolini.
Por el inicio de la película, en un momento en que no veía muy bien por dónde iba a ir y qué quería sostener, acudió en mi ayuda una canción que se ponen a interpretar varios personajes. Decía aproximadamente la canción que había tres clases de ladrones de tumbas (lo que ocupa a los protagonistas del film): los que buscan salir de la miseria, los que quieren con eso hacerse ricos y los que mediante ello piensan en comunicarse con Dios. De éstos tres tipos habla, pues, la película.
Rodada en una ciudad italiana de esas subida a una colina (parece tratarse de Tarquinia) con un rico pasado etrusco (cuyos tesoros ocultos buscan los protagonistas), también puede verse como una metafora, digo yo, de la Italia de hoy en día, con ese grupo tan frikie queriendo tirar hacia adelante, con un pasado esplendoroso (el que muestra el ajuar de las tumbas etruscas descubiertas o el viejo y aristocrático caserón, ahora ruinoso) y cada uno tirando hacia su lado para seguir hacia delante.
Su actor principal -Josh O’Connor- me pareció estar haciendo un papel que en su época habría hecho Pierre Clementi, de la misma forma que la vieja propietaria del decrépito palacio -Isabella Rossellini- bien podría haber sido entonces Laura Betti.
Mi inicio particular de L’Alternativa me ha resultado inmejorable. Lástima que me haya liado y, por una u otra cosa, quedado al margen de mucho de lo que, una vez analizado, quería ver.
Los buscadores de tesoros en su trabajo clandestino.
La -bastante frikie- comunidad.
Fiesta de disfraces por la calle de la ciudad.
Y en una búsqueda nocturna, que da lugar a imágenes similares a las de la “Roma” de Fellini, en esta ocasión junto a un mar violado por una central térmica.
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