martes, 18 de julio de 2023

Numéro Zéro


He recopilado varias interpretaciones sobre por qué a “Numéro Zéro” (Jean Eustache, 1971; ayer en la Filmoteca) la tituló de esta forma.
La primera sería por la O -confundible con el número- de la inicial del nombre de Odette Robert, la abuela de Jean Eustache, a la que éste registra en un magnetofón durante casi todo su metraje mientras explica su azarosa vida. Una segunda, que era la que siempre había oído, sería que si “Mes petites amoreuses” iba a ser su primer largometraje biográfico y “La maman et la putain” el segundo, antes estaría éste. En el Cahiers du Cinéma de junio aportan una nueva interpretación, basada en el rebobinado de la cinta de los aparatos de registro de voz como el utilizado por Eustache en el film, que siempre regresan al 0 para renovar la grabación, en un eterno retorno. En cualquier caso, lo que queda claro viendo “Numéro Zéro” es que ahí, con su abuela, está la base de todo lo que pensaba iba a seguir.
Toda la conversación entre Jean Eustache y su abuela o, mejor, toda la catarata verbal que lanza su abuela, tiene lugar en un único set, ubicado en la casa de Eustache del barrio de Batignoles, en Paris, en la casa en la que acabó suicidándose doce años después. Una cámara fija que no se toca nunca registra un plano como el de la primera imagen que cuelgo, con Odette Robert tras una mesa camilla, fumando o bebiendo whisky, pero siempre explicando como una ametralladora, utilizando giros y múltiples frases de argot, lo que suelen ser desgracias por las que ha pasado en su vida, mientras que Jean Eustache, siempre de espaldas, también fuma o bebe y, de tanto en tanto (cuando hay que recargar la grabadora), acciona una claqueta para reemprender el rodaje. Otra cámara, situada a la derecha de la anterior, obtiene planos (como el de la segunda imagen) más cercanos a Odette, utilizando su óptica para hacer algún zoom de aproximación o cosas así.
Yo recordaba su versión reducida, conocida bajo el nombre de “Odette Robert”, pero la pasada ahora en la Filmoteca dura cerca de dos horas, con lo que da tiempo para que la buena mujer (que, en algún momento, me ha recordado físicamente a la última Marguerite Duras) se explaye a gusto con sus historias, mientras mantiene el tiempo real de filmación, aproximadamente el que tardan los cubitos de hielo para el whisky del bol (que hace apartar o acercar el cámara para componer el plano cercano) en deshelarse.
Previamente, al iniciarse el film, hemos visto una escena de exterior. En ella, Odette camina con su nieto Boris por el barrio, hacen sus compras diarias y se dirigen al piso donde se desarrollará la entrevista. Por un momento me he preguntado si Wang Bing habría visto y gustado la película, porque inicia su también film de entrevista de sus recuerdos a una mujer, “He Fengming (2007), de una forma similar.
Por el final he constatado que erré el tiro el otro día al considerar “La Rosière de Pessac” como un film con una gran carga de crítica social: Viendo este “Numéro Zéro” he visto por fin claro, de forma meridiana, que lo que perseguía Eustache con este tipo de películas no era otra cosa sino documentar la vida en Francia durante el siglo que le tocó vivir. Por su abuela sabemos de las penurias de la clase obrera, de la producción de hijos en serie, de sus continuas muertes de éstos por enfermedades, de las bodas de ellas siendo niñas para escapar de casa, de las guerras como estado natural, de las dificultades para comer y vestirse, del funcionamiento de la beneficencia, de la magnificencia de las fiestas de antes (¡y habla de la Rosière de Pessac!), de todas sus acciones para olvidarse de su situación y agarrarse a la vida. Todo lo que constituye, pues, un auténtico documento.


 

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