La chica y la araña

Perdida por entre el magma de Filmin, luciendo un discreto aprobado tanto en IMDB como en Filmaffinity, “La chica y la araña” (de los suizos alemanes Ramón y Silvan Zürcher, 2021) constituye una radiante rareza que, puesta a ver, destaca sobremanera.

Un apartamento vacío que un variopinto grupillo de gente parecen, con su trabajo, poner en solfa. Todos aportan algo al objetivo, aunque la productividad de sus gestos diríase ilusoria.

El centro de estas auténticas y coloridas coreografías es Mara, la única que, en vez de ayudar, parece ofrecer una cierta resistencia. Quizás ahí resida el tema de la película. Su compañera de piso, Lisa, ha decidido mudarse a otro apartamento.

La coreografía está pautada por los juegos de miradas, profundas, livianas, de deseo, burletas, neutras hasta hasta hacer daño, alguna quizá rabiosa.

Una arquitectura que se ofrece para representar en ella una extraña, a veces ininteligible comedia ligera con sonrisas que, de tanto en tanto, se hielan. Un drama cruzado por la ironía de saber cómo se cuecen las cosas por este mundo.