domingo, 23 de julio de 2023

Offre d’emploi

La primera entrevista de un candidato.

Aunque intenso, desgraciada y necesariamente corto, con la sesión de ayer finalizó el ciclo Jean Eustache de la Filmoteca, que habrá servido a más de uno para confirmar la valía de ese cineasta de la inmediata generación post-nouvelle vague. Unos cuantos echaremos en falta, como alimento esencial, sus sesiones.
“Offre d’emploi” fue, posiblemente, el cortometraje de Eustache que más me gustó cuando pude ver por primera vez toda su filmografía. Las razones hay que buscarlas, creo, en que era el que ofrecía, por su tema y la forma en que se aborda, una lectura política más directa, en una época en que mis valoraciones solían tener esa intención como prioritaria.
Pero había otro punto, de alcance personal, que me hacía aupar el film ante mí. El cortometraje presenta, de forma extremadamente limpia y objetiva, sin toques melodramáticos, el proceso de selección de empleo por parte del gabinete de recursos humanos de una pequeña empresa. La sensación ofrecida, seguramente por esa misma pulcritud de su realización, es demoledor, dejando claramente en evidencia la forma inhumana y totalmente simplificadora con la que toman este tipo de decisiones que afectan por entero a la vida de personas.
Pues bien: recién acabados mis estudios, con el título recién conseguido, entré a trabajar en un consulting que, además de incidir directamente en temas de organización de empresas tenía un apartado de selección de personal, a cargo de una joven psicóloga. Se ve que ésta tuvo que coger una baja por maternidad y se encontraron con algún proceso de selección en curso y sin técnicos para llevarlo a cabo. Me llamaron los directores a su despacho y, sin tener yo la más mínima idea formada sobre esa materia, me convertí temporalmente en la psicóloga de la empresa…
Un primer trabajo de ese campo en el que tuve que emplearme fue, precisamente, en establecer una preselección de las cartas manuscritas solicitadas a los aspirantes al puesto de trabajo, dejando solo dos o tres finalistas. Justo lo que se ve hacer, con soltura, desparpajo y sin ningún tormento ni resquicio de remordimiento, a la expeditiva pelirroja de cabellos rizados del film.
No fue ese también mi caso. Cuando me defendía de la asignación del encargo, apuntando la dificultad para alguien que no tenía formación para ello, me respondieron que eso era muy fácil, casi a efectuar de forma mecánica: únicamente se trataba de valorar el grado de cumplimiento de los requisitos para el puesto de trabajo.
Aún recuerdo frases concretas de una de las cartas recibidas, y los dilemas morales que me ocasionaron, que aún me resuenan por algún lado interno de mi cuerpo.
De la última Rosière de Pessac filmada por Eustache mejor lo comento en otro momento.

Escribiendo en un café la carta manuscrita solicitada.

La expeditiva psicóloga sacando conclusiones rápidamente de las cartas.
 

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