Netflix anuncia haber colgado en su plataforma “Il Commissario” (Luigi Comencini, 1962) y, leyendo su sinopsis, por un momento creí que Alberto Sordi no hizo ahí su clásico papel, sino que interpretaba ortodoxamente el de ese serio comisario respetuoso hasta el fondo de la ley.
No hay que asustarse: primero, porque está claro que las comedias italianas de la gran época dicen más del país y sus circunstancias que cualquier película que ponga la denuncia en primer término. Segundo porque Alberto Sordi, aquí con botines blancos casi de mafioso de “Con faldas y a lo loco” y cabello tieso hacia arriba, borda, como siempre, su personaje.
He soltado inesperadamente, además, tres o cuatro carcajadas viendo la película. Es verdad que correspondían a golpes, cosas así. Humor primario, pues, pero tan eficaz…
Y eficaz porque han venido preparados previamente por la construcción de ese personaje que tan rápido pasas a conocer, entender y disfrutar.
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