miércoles, 28 de diciembre de 2022

Maigret


En 2009, Claude Chabrol se empeñaba, en su última película, “Bellamy”, en hacer subir a su protagonista, un policía ya mayor y muy grueso, interpretado por Gérard Depardieu, unas cuantas escaleras.
Trece años más tarde, dirías que Patrice Leconte había visto en su día esa película y se ha empeñado en superar la apuesta. Su “Maigret” (2022, que pasó este verano por los cines y ahora lo hace por Movistar, así como en varias plataformas) está también interpretado por Depardieu, quien quizás haya adelgazado un poco, pero sigue enorme, mientras que evidentemente han pasado por él más años y, pese a ello, le hacen subir todo el rato, renqueante, con problemas pulmonares y de todo tipo, toda clase de escaleras.
La presencia de esa enorme humanidad que desplaza y encarna Depardieu caracteriza y es la que hace valorar ambas películas, en ésta posiblemente más presente aún -lo que resulta de lo más razonable- la melancolía por el paso del tiempo, lo que se fue con él y las nulas posibilidades de recuperarlo. Sin haber leído la novela de Simenon de base, ignoro cuánto de esto se debe al escritor, pero está claro que el actor ayuda bastante en esa dirección.
Aquí han amputado el título original (“Maigret y la joven muerta”), que daba idea de asistir a uno de los tantos casos a resolver por el famoso comisario de Simenon, y hace entonces pensar la película como una descripción genérica del mismo, lo que no parece demasiado justificado.
Por lo demás, y aunque haya visto alguna película de Patrice Leconte que me ha gustado mucho, me atrevo a decir que Chabrol filmaba mucho mejor, de una forma más elegante, que Leconte.
En “Maigret” hay hasta bromas (“esto no es una pipa”) que quizás podrían haber estado en Chabrol, pero la cámara se mueve continuamente, a base de unos movimientos que, sin ser bruscos, no acabas de ver sus razones. Me refiero desde a pequeños saltitos que indican que no está sujeta por trípode o ligada a unas vías (sin que se quiera hablar de inestabilidad o algo parecido, lo que podría justificarlo) hasta movimientos descriptivos… que no vienen a describir ni a hacer avanzar especialmente la trama. Los travellings de Chabrol solían ser muchísimo más incisivos.
Como se me puede decir que al menos lo primero es cosa del director de fotografía, me he fijado en la ficha de las dos películas que, de una forma u otra, comparo: Leconte ha utilizado a Yves Angelo, que aunque tiene ya mucha experiencia a sus espaldas, está lejos de poderse equiparar a Eduardo Serra, el responsable de la fotografía de los últimos Chabrol… y también de algunas de las mejores de Leconte… y otros realizadores franceses.
Pese a estas consideraciones, atento a las reacciones de Maigret/Depardieu, no me he desesperado viéndola. Más que suficiente.

 

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