Cada vez me asombro más de lo traidora que es la memoria. He visto “La femme de l’aviateur” (Éric Rohmer, 1980) y no recordaba lo más mínimo de su anécdota, en verdad minúscula.
Ya había tenido muestras de eso bastantes años atrás, cuando fui al Parc Monceau y hasta creí reconocer el escenario de esta película, cuando se rodó en el Buttes Chaumont, que no guarda más parentesco con el anterior que tratarse también de un parque parisino.
Cuentan Antoine de Baecque y Noël Herpe en su biografía de Rohmer que el origen de la película era una novela que escribió el director…¡treinta años antes! Luego, cuando con motivo del estreno de la película la crítica destacaba cómo Rohmer había sabido retratar “el mundo contemporáneo”, éste se sonreía para sus adentros.
Vista ahora de nuevo, se aprecia lo escueto de su argumento. Si en los “Cuentos morales” uno de los personajes hacia el papel de narrador al espectador de su historia, en las “Comedias y proverbios”, de la que “La femme du aviateur” es su primer episodio, los personajes se aprestan a vivir directamente lo que les depara la (mínima) historia.
Se inicia, y constituye eso todo un buen pedazo del film, casi como un documental, siguiendo el trabajo y salida del mismo de François, su joven protagonista, que pasa por una tienda del vecindario, el café de una estación, etc. Mediante este tipo de cosas se había caracterizado todo el movimiento de la Nouvelle Vague.
Luego sigue una línea argumental doble, pivotando en el personaje encarnado por Marie Rivière, que pasaría a ser una de las actrices más frecuentes del cine de Rohmer. Tras unos más elaborados “Cuentos morales” y esa rareza de “Perceval le galois”, todo el mundo se dio cuenta de que Rohmer se arreplegaba sobre sí, encogía su equipo de rodaje hasta lo más mínimo, y se disponía a seguir haciendo su cine con las menores interferencias externas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario