Cubierta del número 33, de febrero 1975. Recuerdo la impresión que me produjo ver un fotograma de un film de Carlos Saura, con Geraldine Chaplin, en la portada de un número de 1973.
Cada año, un color de portada.
Empiezo a revisar y documentar un regalo llovido del cielo. ¿Qué digo del cielo? De un origen bien terrestre: una donación canalizada por un amigo cineclubista de Reus. Se trata de cinco años casi completos, empezados por éste número 33 (1975), con el Orson Welles de “Fake?” en portada, de ejemplares de la revista de cine Écran.
Para iniciar el banquete ya ambientado, he revisado los números que tenía previamente en casa, empezando por un solitario número 7 de 1972, varios de 1973,… Su repaso me ha hecho ver cómo tenía presentes, como mínimo, sus imágenes y, conjuntamente con la visión del primero de la donación, lo potentes que fueron en cine innovador los años 70, así como lo trabajado de la revista.
Cada vez que iba a Francia -casi siempre a Colliure, con escapada a Perpignan- la visita a La Maison de la Presse se imponía y siempre salía con publicaciones de cine del momento. Si tenían el Écran, no faltaba. Dirigida por Marcel Martin, con una redacción formada por críticos notorios izquierdosos (Guy Braucourt, Claude Beylie, Guy Hennebelle, Gérard Lenne, Max Tessier,…), con mucha fotografía que facilitaba imaginar y hacer familiares películas que nunca llegaban a estrenarse en nuestro país, estaba editada en un formato tipo libro de lomo estrecho que facilitaba y fomentaba su colección.
Por lo que llevo visto -y espero que continúe en los años sucesivos-, intentaban siempre efectuar entrevistas de gran alcance con notorios realizadores o más suscintas para acompañar las críticas de los estrenos, constituyendo de ese modo una documentación muy completa. Al margen de la o las del dossier de portada, tenían la modestia de calificar de “brèves rencontres” otras entrevistas que, aún así, eran más largas que las que suele publicar la prensa especializada hoy en día. Tiene el mérito de estar dedicado al cine que -acertando o no- consideraban de interés, dejando de lado la masa de films que inundan ciertas publicaciones especializadas de por aquí. Una rúbrica (“Crítica de la crítica”) la dedicaban a poner en solfa argumentaciones de otros medios sobre films de éxito popular.
Revisando y ahora viendo por primera vez ejemplares de esta publicación de los años 70, me sorprendo comprobando lo familiarizado que estaba con el cine de la época de mi juventud y me pregunto si no seguirá siendo ese periodo, tanto por lo que se producía entonces como por lo que se descubría de lo anterior, “el mío”.
El número de 1973, con el fotograma de “Ana y los lobos”.
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