jueves, 22 de abril de 2021

My architect

Nathaniel Kahn con Johnson, en el jardín en el que está la elegante Casa de Cristal.

Louis Kahn con su hijo Nathaniel en una de las pocas ocasiones en que estuvieron juntos.

Un arquitecto obsesionado por su trabajo y todos sus detalles, que agotaba a sus colaboradores.

Ayer, además de Julio Cortázar, se paseó por la Filmoteca Louis Kahn. Lo hizo a través de su hijo Nathaniel en la magnífica película que éste le dedicó en 2003, “My architect”, en sesión presentada telemáticamente por Jorge Gorostiza con su habitual conocimiento y gracejo canario.
El film es un doble viaje. Por un lado por las obras que Louis Kahn dejó por el mundo. Por otro, el viaje de Nathaniel hacia el conocimiento de quién fue su padre a través de sus obras y de las opiniones de quienes lo conocieron.
Nathaniel tenía ocho años cuando acudió con su madre al entierro de su padre, el famoso arquitecto Louis. Pero lo hicieron a disgusto de la mujer oficial, que también había hecho gestiones para que otra hija natural y su madre no asistieran y así dejar la ceremonia únicamente para la viuda e hija oficiales.
El primer entrevistado por Nathaniel, preocupado porque se le murieran los supervivientes, tras veinte años de la muerte de su padre -sin ser identificado- en la Penn Station, fue Philip Johnson. Los dos hablan sentados junto a la bellísima Casa de Cristal proyectada por el segundo y éste empieza, desde su discrepancia, a hacer comentarios de gran interés sobre el carácter en verdad especial de Kahn y las características extraordinarias de su obra, siempre en busca de la perfección. Ésta será una tónica en todo el documental, si bien hay entrevistas también muy curiosas que siguen todo un sentido opuesto, como la que tiene lugar con Edmund Bacon sobre el proyecto para el centro de Pensilvania, que se muestra aún hoy en día, al cabo de los años, visceralmente opuesto a sus ideas.
Se nos desvela la causa de ese rostro tan peculiar del arquitecto, marcado por profundas cicatrices, y resulta algo extremadamente simbólico: viendo, de niño un fuego de chimenea, atraído por la luz, se acercó los carbones al rojo vivo y se quemó totalmente. Esa luz que buscaba de niño y que le llevó a ese accidente fatal la seguía buscando en sus proyectos. Nathaniel fotografía muy bien los diferentes edificios y en varios de ellos se aprecia cómo Kahn quiso marcar la visión hacia el horizonte de los visitantes, o cómo quería hacer entrar la luz en alguno de ellos. Esas extrañas cúpulas abiertas por sus extremos en varios de sus edificios o la impresionante belleza y limpieza que provoca la luz que preside las largas naves de techo semicilíndrico, con una abertura en el punto más alto, del Kimbell Art Museum de Texas, son dos ejemplos de lo que digo.
Confieso haberme emocionado viendo alguna de estas cosas acompañadas de la música con la que las introduce Nathaniel. Son construcciones normalmente de hormigón o en todo caso con aspecto de lo más sólido, pero que a la vez ofrecen, contempladas desde determinados sitios, una serenidad y belleza que hablan de su espiritualidad.
Cuenta la película que a Kahn le costó encontrar su propio camino. Fue siendo ya bastante mayor, en un viaje a Europa y Egipto (cuelgo uno de los dibujos que hizo) donde sacó las ideas que, con una gran intensidad, perseguiría el resto de su vida.
Todo eso se desarrolla al tiempo que vamos sabiendo mucho más de ese “workalcoholic” que fue Louis Kahn, un tipo realmente marcado por su pasado, y como se aprovechó de sus mujeres (las dos ultimas de gran capacidad arquitectónica por ellas mismas, eclipsadas por completo por él), sin permitir que éstas le desviaran lo más mínimo de su dedicación al trabajo. Hoy este extremo, que es, ciertamente una de las características que Nathaniel va captando con más fuerza en la investigación sobre su padre, habría, me temo eclipsado el resto de la película. Siendo de 2003, por suerte deja que sea el espectador quien, emocionado, vaya descubriendo la injusticia y hasta la inhumanidad cometida, a través de la información sobre ellas y algún que otro plano alejándose.

Y veo que hay una copia subtitulada en YouYube:
https://www.youtube.com/watch?v=6iIULF16eYw


Uno de los dibujos que hizo en su revelador viaje a Europa. Supongo que representa la plaza de Siena.

La Exeter Public Library.

El Salk Institute, en La Joya (California). Buscando el infinito.

Nathaniel Kahn y sus dos hermanastras, en un encuentro en la Fisher House.

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario