Explicando el dodecafonismo mediante Klee.
Ayer, en el Arxiu Xcèntric, tuve el privilegio de asistir a una “masterclass” en la que Aurora Gasull explicó qué proceso siguió para llegar a hacer esas piezas suyas tan especiales y qué procedimientos utiliza para darles forma.
Si alguien la ha oído alguna vez, tendrá por seguro que, como persona reñida (feliz y) absolutamente con el autobombo, nunca llamaría así -masterclass- a lo que desarrolló, cuando en realidad en bien pocas ocasiones lo que expresa ese título se corresponde tanto con lo que realmente ocurrió. Porque fue una sesión (como anunciaban en la web del Xcèntric “en petit comité”) en la que cada uno de los asistentes aprendimos un montón, saliendo de ahí, además de con buen espíritu, con las alforjas llenas.
Inició la sesión ofreciendo algunos datos autobiográficos. Con artistas plásticos en su familia, ella estaba encaminada hacia la música. A los 18 años tocaba el violonchelo, pero una progresiva pérdida de audición que le sobrevino le apartó del camino emprendido. Asistió entonces a una academia de pintura y a otra de fotografía. Con un pionero Macintosh se inició en el retoque de fotos. Quedó admirada con el multimedia, con el que se podía trabajar todo (audio y visual) en un mismo instrumento.
Fue en esa época -continuó- que conoció la mediateca del Palau Macaya (de la actual Fundació Caixabank, hoy criando malvas) y allí vio cantidad de obras históricas de animación de las vanguardias.
Fue entonces cuando la primera Pompeu Fabra, en busca de asistentes que pudieran aportar sus conocimientos prácticos, pese a no poseer ella carrera previa, la inscribió en un primer máster que dispensó de Sonología, en el que pudo aprender un montón del audio digital.
El Art Futura de 1993 estuvo dedicado a la “Vida artificial”. Allí aprendió cómo, desde entonces, se trabaja para representar sistemas dinámicos como una duna o una bandada de pájaros. Son esos sistemas en los que hay individuos con autonomía pero que a la vez siguen el comportamiento grupal. Las representaciones del fuego o del agua en movimiento en 3D, que tuvo su irrupción entonces, se basan en marcar ese sistema combinado de movimientos. Al igual que pasó con la Pompeu, desde la Universidad de Mallorca le llamaron entonces para que participara en su primer máster de 3D.
En ese momento, ayer tarde hizo un flashback por la historia universal de todos estos temas. Nos habló de los antecedentes previos al ordenador, centrándose en Muybridge, en cómo su análisis del movimiento dio paso a un lienzo como el de “Desnudo bajando una escalera” de Duchamp (1912).
Para detenerse en los antecedentes de la Música visual nos proyectó “Rhythmus 21”, de Hans Richter (1921)...” y, volviendo a su recorrido personal, nos reveló lo que le influyeron las “Analogías musicales” del Thyssen en 2003, presentando las obras de Kandinsky y otros de su cuerda. Fue entonces cuando, tras haber proyectado la “Fuga en rojo” de Paul Klee (1921), haciéndonos ver cómo lograba hacer notar el movimiento, proyectó una extraordinaria “New Harmony” de Klee (1936) como expresión del dodecafonismo y yo la retraté con la tableta mostrándonos la pieza, en una foto que me siento muy orgulloso de haberle sacado.
Sus obras “Estiu calorós” (2003) sobre una sinfonía del ucraniano Valentín Silvestrov, “L’espera”, sobre una partitura de Xavier Maristany, y “Sonades de la calor del foc” (2010), sobre otra de Mestres Quadreny, en la que empezó a trabajar con el empleo de funciones de acceso aleatorio, sólo sometidas a ciertas restricciones, fueron desfilando por la pantalla con sus explicaciones, constatando nosotros sus paulatinos descubrimientos.
De tanto en tanto, Aurora Gasull nos transmitió su nostalgia por la inmediatez del violonchelo, ante el “tempo lentísimo” que presenta el ordenador, con el que tarda mucho en saber si las acciones de ella como artista tienen o no el efecto deseado.
Un cambio radical lo dio en su obra pasando del 3D a un programa de ordenador con el que actualmente sigue trabajando, que acciona de forma idéntica con sonidos e imágenes. El ejemplo que puso de este cambio alcanza la perfección. Es su hermosísima pieza “Preludi cromàtic” (2018), sobre el “Preludio I” de Bach.
Algo molesta con el aspecto mecánico, sin fallos, del ordenador, durante el confinamiento Aurora Gasull se confinó doblemente, buscando ese toque humano contra el quizás frío automatismo producto del ordenador. Consiguió así su pieza “Espiral” (con música de Cristina Villalonga) y sus indecisos, humanos trazos como de brocha de pintor de pared, con la que acabó la sesión.
Una sesión en la que una maestra que es además una currante con paciencia increíble, nos ha transmitido, con toda la humildad del mundo, sus conocimientos y ganas de seguir haciendo obra. A ver con qué nos sorprende próximamente.
Destripándonos las tripas de su “Sonades de la calor del foc”: las instrucciones superiores son las últimas que marcan la posición inicial -mediante la de sus ocho vértices- de los rectángulos que representan a cada instrumento de la partitura. Luego ya empieza a darles instrucciones para su movimiento.
Así trabajaba con la 3D: utilizando el azar para que se moviera cada cilindro (cada instrumento), pero marcando alguna restricción, como que no superasen nunca los límites de ese trapecio.
El trabajo, con su software actual, para “Preludi cromàtic”.
Los trazos con fallos que aportan la ejecución humana, de su “Espiral”
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