Werner Herzog y Bruce Chatwin, por la época en que se conocieron.
Elizabeth, la mujer de Bruce Chatwin, contemplando un valle galés.
En una cueva de la Patagonia.
Tenía mono de la profunda voz de Werner Herzog relatando las historias de sus documentales, evocada por aquí estos días, por lo que me puse a ver su “Nomad. In The footsteps of Bruce Chatwin” (2019, en Filmin).
En ella Herzog retoma los lugares, esparcidos por todo el mundo, de sus películas coincidentes con los de los libros y viajes de Chatwin, llegando a los momentos en que estuvieron juntos. Como se dice en el documental, prácticamente todos esos lugares le fueron incitados a Bruce Chatwin por los objetos de la vitrina de su abuela.
Así, partiendo de su queridos valles de Gales, viajamos por la Patagonia -asistiendo al relato de la extinción de sus primigenios pobladores-, Australia -donde entramos en el complejo mundo de las canciones que les hacían de mapas y guías a sus aborígenes- o Ghana - donde Herzog rodó su “Cobra Verde” basado en una novela de Chatwin, quien acudió al rodaje, pese a estar ya muy débil por su enfermedad terminal.
Como aparecen secuencias de las películas que va mencionando y comentando el mismo Herzog, tenemos ocasión de estremecernos con una ascensión a mano, sin ningún instrumental (en imagen luego imitada con Tom Cruise en el inicio de un “Misión imposible”), hasta el pico del Cerro Torre chileno, como nos conmovemos viendo la naturalidad con la que Elisabeth Chatwin, esposa de Bruce, explica que le pareció tan normal que tuviera comportamientos homosexuales (Chatwin murió, prematuramente, del Sida). Documental similar a los otros de Herzog, en tanto en cuanto a su absoluta implicación personal, diferente en cuanto a emotivo homenaje al alma gemela perdida.
Al final, los sonidos aborígenes australianos que acompañan los títulos de crédito me han recordado a esos cantos viscerales que entonan tres o cuatro pastores sardos, enlazados por sus hombros concentrados mirando, hasta casi fundirse, con la tierra.
El escalador de ascensión casi insoportable de ver por los que, como yo, padecen vértigo.
Herzog con un antiguo colaborador de “Gritos de piedra”. A su lado, la mochila de Chatwin, regalada por éste poco antes de su muerte.
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