Entre el catálogo -un amplio porcentaje desconocido para mí- de Mubi, quizás me haya quedado viendo “El faro” (“Mayan”, Mariya Saakyan, 2006) gracias a la imagen de su protagonista junto a la ventana del tren (primera foto).
Armenia, Georgia,... Ecos muy cercanos de una inacabable guerra. Destrozos, tiroteos, helicópteros, circulación de tropas, cansancio, miedo, duelo, escasez, éxodos, supervivientes. Vemos retazos de todo vividos por Lena, que acude en tren al pueblo y casa de su familia, entre altas montañas.
Salpicada de bellas imágenes de interiores que despiertan un cierto sentimiento de nostalgia, recordando algún film de Tarkovski, “El faro” te transmite también, vía imágenes y sonidos, la sensación buscada de desespero, con una belleza desgarrada como la de ver, oír y sentir a Lena cruzando el oxidado puente colgante sobre el río que la lleva a la estación del tren.
Se supone que ya lejos de esa zona, hay un precioso movimiento de aproximación de la cámara a un balcón, donde está, mirando el paisaje, pero seguramente pensando en otro lugar, ella. Aparecen entonces por la pantalla reportajes ligados a estos temas de la guerra, los desplazamientos de refugiados, etc., configurando globalmente la película como un sentido lamento, salido de dentro.
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