La entrada de los trabajadores de la Fábrica 420 -todos con el típico traje azul- empieza a escasear, y eso que ya estamos en 2007. O quizás van únicamente así para celebrar la fiesta del inicio de su desmantelamiento...
Una de las que cuentan con emoción su azarosa vida, siempre ligada a la fábrica.
Una fábrica que va desmantelándose, en escenas que, aunque quizás visualmente mucho más variadas y dinámicas, mucho entonces menos profundas, recuerdan a los documentales de Wang Bing.
En 2012 Víctor Érice presentó “Vidrios partidos”. Cuatro años antes, Jia Zhangké había hecho lo propio con esta “Ciudad 24” que anoche vi -con provecho- en Mubi.
Si las nombro juntas es porque la visión de la segunda me llevó a pensar en varias ocasiones en la primera. Ambas parten de una vieja fábrica, que ha dado trabajo y sentido a toda una población, que deja de producir y se abandona (la de Érice) o procede a desmantelarse para convertirse en un moderno barrio residencial y comercial de lujo (la de Zhangké).
Érice utilizaba en “Vidrios partidos” un recurso que a mí, personalmente, no me llegó nunca a convencer: sus actores eran los mismos antiguos obreros de la fábrica y explicaban historias realmente recogidas de ellos por Érice mediante entrevistas, pero el director había hecho que cada uno interpretase declarar como propias las declaraciones de otro.
En “Ciudad 24”, Zhangké -espero no equivocarme en mi interpretación- junto a auténticos obreros recluta a unos pocos actores para que hagan el papel de un trabajador auténtico de la Fábrica 420 (una enorme fábrica secreta de armamento), que nos cuenta con emoción lo que supuso en su día esa fábrica para él y lo que supone su actual transformación. De vez en cuando (pero no he encontrado ninguna imagen por la red para mostrar), esos supuestos testigos de una época que se fue posan, como para una fotografía, ante la cámara.
La película va estructurada en capítulos, identificados por un significativo poema. Todos los supuestos entrevistados son situados en unos encuadres absolutamente evocadores y en ocasiones exteriorizan razonamientos como éste
“Cuando se tiene alguna cosa que hacer, se envejece más despacio”- que me he apuntado.
Una chica joven, de las últimas empleadas, abandona el barrio de la fábrica.
Y va a una de las nuevas construcciones, que dominan la ciudad.
En la entrada de la fábrica, se produce el cambio del letrero de “Fábrica 420” por el de “24 City”.
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