Casi todo el staff del hotel, todo mujeres emparentadas familiarmente.
Reivindico el orden en que he visto las dos películas complementarias que Joao Canijo rodó el año pasado, y ahora se han presentado en el Festival d’A… en el orden inverso al que recomiendo verlas.
Si en “Viver mal”, vista el miércoles por la noche, lo que destacaba era la compleja apuesta visual y sonora, ofreciendo ese escenario del hotel a tres historias de vidas mal vividas, en “Mal viver”, vista ayer, las tres historias previas, con sus personajes, apenas si puntean algún encuadre, y todo gira, profundizando en ello todo el rato, en la familia -¡todo mujeres!- al cargo del funcionamiento del hotel.
Si un tema fundamenta las tres historias previas y ésta, queda claro que es el de las (más que conflictivas) relaciones entre madre e hijos.
Tiene por momentos “Mal viver” aires de tragedia griega, incluso de saga familiar rusa, y no negaré que su tono melodramático, algo repetitivo, iba haciendo que la situase en mi valoración personal algún nivel por debajo de “Viver mal”, hasta que un final trágico creo que envuelto en una pieza musical de Edward Edgar y, definitivamente, los títulos de crédito con Amalia Rodrigues cantando “Extraña forma de vida” me han hecho valorar el capítulo entero y verlo definitivamente como el más adecuado colofón final.
Hija, nieta y abuela centran el (¡los!) conflictos.
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