Pesqué en la Librería París Valencia este “Los grandes maestros del cine” (Juan Cobos, Editorial Almuzara, 2023) y, aunque no estaba entre los de ocasión, no me resistí a comprarlo. Luego he visto que se trata de una recopilación, efectuada por su hijo David, de entrevistas que Juan Cobos realizó a lo largo de su vida. Alguna menciona que se publicó en antiguas revistas de cine en las que colaboró, como Film Ideal o Griffith, pero otras, como ésta con Victor Érice, que es la que por el momento me ha deslumbrado, no consta dónde salió, si es que lo hizo.
Por YouTube o la web de RTVE pueden pescarse las declaraciones que finalmente, pasado un tiempo de su estreno, hizo Érice a creo que Días de Cine, en las que, por primera vez, aclaraba públicamente su frustración ante lo que se había convertido su película “El Sur” (1983), y las razones por las que consideraba que, sin su coronación con el viaje de Estrella al Sur, perdía su sentido profundo.
Esa es, sin duda, una de las mejores explicaciones de viva voz que pueden escucharse de Victor Érice sobre ese asunto. Ahora que he encontrado y leído esta entrevista que concedió a Juan Cobos, en la que se aprecia la confianza y entendimiento que había entre ambos, creo que esta pieza aclara también muy bien la cosa. Extraeré por aquí algún fragmento.
En su entradilla, el mismo Juan Cobos resume muy bien, a mi modo de ver, el significado final de la película: “Érice iba más allá (…) del trauma de la guerra civil española, y describía el fracaso de los adultos provocados por aquella herida y las posibilidades de vida de los jóvenes, una vez trascendida su trágica herencia”.
Y, a partir de ahora, frases entresacadas por aquí y por ahí de las declaraciones de Érice sobre sus intenciones al realizar “El Sur” y alguna más genérica:
“Así que me volví a ver trabajando en una historia que se centra, al menos parcialmente, en la infancia y en una cosa que siempre me ha interesado mucho: confrontar dos tipos de paisaje, dos mundos”.
(El relato de Adelaida García Morales) se basa, fundamentalmente, en las relaciones de la protagonista con su padre. (…) Es un relato sin diálogos. Se basaba sólo en la infancia. El período de la adolescencia -que sólo parcialmente se muestra en lo que ahora es ‘El Sur’, ya que la parte que transcurría en Carmona completaba la adolescencia- era ya una aportación mía.”
“(El padre), antes de morir, deposita debajo de la almohada de su hija aquel objeto que más les ha unido. Y, al hacerlo, pienso que deposita un mandato muy oscuro; que Estrella cumpla ese viaje al sur que él no ha podido hacer. Finalmente, Estrella llegaba al sur, descubría ese lado oscuro de la vida de su padre y, al completar la figura paterna, trazaba los primeros signos de identidad para un adolescente. Es abandonar definitivamente la infancia.”
“En mi proyecto, ‘El Sur’ era, en realidad, una película sobre el fin de la infancia. Y en este sentido entiendo que era una superación de ‘El espíritu de la colmena’ (…).”
“El padre no sólo tiene un carácter casi bíblico,sino que es un amante. En ‘El sur”, como habéis visto, no hay escena de primera comunión, sino una escena de boda.”
“(…) El sur inauguraba en la película una luminosidad nueva. La visión que Estrella tiene del sur, infantil, fantástica, literaria, de tarjeta postal, se iba a contrastar con el Sur auténtico. Yo trataba de contar la historia de amor con su padre y otra historia de amor que se daba justamente en el sur.”
“Las películas, primero tienen que ser y luego tienen que significar. Muchas veces se peca por exceso de significación ‘apriorística’. Los personajes han de transmitir emoción, hemos de sentirnos concernidos por su destino, y luego habrá ahí una significación, que a veces se escapa.” Érice habla ahí también del cine de Nicholas Ray, sobre el que en ese momento estaba trabajando, junto a Jos Oliver, hasta llegar a entregar el libro sobre él que publicó la Filmoteca Española. Más adelante dice, directamente sobre su cine: “Sus películas podrán parecer incompletas, pero en determinadas escenas late el cine más vivo de la época.”
“En un mundo como el presente, ¿cómo seguir alimentando el mandato que hemos recibido de los grandes cineastas del pasado? El cine debe divertir, pero, además, ha de contener una cierta reflexión.” Esto lo completa al final con su respuesta a la pregunta de Cobos sobre qué admira más de los grandes cineastas: “La trasparencia, el ser maestros sin pretender serlo, que den una lección moral sin ser moralistas. No niegan la conciencia del que contempla la obra. Y todo eso lo hacen divirtiéndote, conmoviéndote.”
¡Chapeau!
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