Subiendo al tren popular, cuya locomotora ostenta en su morro un lucido símbolo del Fascio.
Iniciando las pequeñas historias partriculares.
E iniciandose las desavenencias de otra pareja.
Alcanzando el funicular que lleva desde la estación al centro de Orvieto. Muchas ciudades de la Umbría necesitan artilugios de estos.
Valerio Carando intentó convencer en la Filmoteca, poco tiempo después de venir a vivir a Barcelona desde su Italia natal, de las bondades del cine de Matarazzo, que decía estaba incluso por delante de la gran comedia italiana de los años 50 y 60.
Confieso que no tuvo éxito conmigo, porque la comedia suya de los años 50 que presentó me pareció, a la postre, bastante zafia, y a años luz de las de los realizadores que todos conocemos y valoramos.
Pero ahora, una variada lista que me ha facilitado un buen conocedor me ha hecho ver una comedia suya muy anterior, “Treno popolare” (1933).
La trama argumental es mínima. Un numeroso grupo de gente va en tren desde a Roma a Orvieto, aprovechando una iniciativa del gobierno fascista, que fleta el tren a precios populares. Allí tras un recorrido turístico por la ciudad de la Umbría (que resulta que he visitado yo también hace menos de un mes), una pareja de deshace, otra se forma…
La frescura de la película, alternando entre lo coral y la fijación en unos pocos personajes, rodada en buena parte -salvo las escenas de tren- en exteriores, el recuerdo cercano de los sitios emblemáticos de la ciudad, escenas en bicicleta precursoras del “Jules et Jim” y otras muy bellas de comidas campestres o paseos fluviales, me han hecho pasar un rato la mar de agradable.
He ido sacando capturas de pantalla, que hablan bastante bien de cómo, ligera y sin grandes profundidades, es la película.
El recorrido turístico por la ciudad se inicia, como no puede ser de otra manera, por la impresionante catedral de la ciudad.
El cine permite estas cosas. En la ficción, después de visitar la catedral, se desplazan hasta la hermosísima y antigua San Giovenale, que está en el otro extremo del funicular, para luego ir hasta este pozo que diseñó Sargalo, que está junto al funicular, en el otro extremo de la colina, para luego volver al Palazzo del Popolo, cercano a la catedral...
Un domingo campestre...
La descente du bonheur.
Unos planos como los iniciales de "Les mistons".
Y hasta un raccord, al principio, algo tonto.
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