Siento una predilección grande, dentro del cine reciente, por las películas del alemán Christian Petzold y su última película, “Afire” (2023; ayer en la Filmoteca; como la distribuye Filmin, supongo que se estrenará en cines y luego pasará por la plataforma), lejos de acabar con ese sentimiento, lo ha acrecentado.
Seguramente de forma equivocada, siempre encuentro sus películas agarradas a algún elemento del pasado. Dispuesto a observar dónde se daba en este caso esa relación, que tiene lugar a menudo incluso medio fantasiosamente, he empezado su visión y he visto que, cuando el protagonista estaba sentado esperando en un bosque, se ve sorprendido por el estruendo de un avión pasando en vuelo rasante. Luego la trama ofrece una explicación que no tiene nada que ver con lo que he pensado, pero he vivido ese momento como la entrada de una escena de la Segunda Guerra Mundial en la película, que transcurría totalmente en la época actual.
Pasada esta escena inicial hay el casi encontronazo, a media distancia, vista y no vista, del protagonista con una chica vestida de rojo. Durante una media hora Petzold azuza entonces la curiosidad del espectador, pues van surgiendo huellas que denotan la presencia de ella, pero su persona permanece ausente. Saber conseguir un suspense como éste es, en mi opinión, una de las características de un gran director.
Puedo seguir tranquilamente con mi teoría del anclaje con elementos del pasado gracias a lo que muchos verán como aspectos menores o hasta anecdóticos del film (el mundo y acento de los ossis, el poema de Heine,…), pero lo que me gustaría dejar escrito por aquí es mi admiración por la elegante forma en que Petzold ha sabido explicar lo que la mayoría de cineastas actuales trasmiten, porque lo exigen los tiempos, de forma tan explicita que, en vez de convencer, casi cosechan rechazo a sus propuestas.
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