Sigo referenciando y dando aviso de películas que Martí Rom pone a disposición en la red. Porque “Un libro es un arma” (1975), aunque venga firmada por la Cooperativa de Cine Alternativo (en una época en la que eso de la autoría estaba mal visto y surgían colectivos hasta de debajo de las piedras, al margen de que firmar algo así tenía algo de suicidio), ahora se puede decir sin problemas que era una película suya.
Aún vivía Franco, pero en una serie de frentes culturales habían surgido iniciativas que no gustaban a los chicos de la entereza moral y la mano dura. Con la impunidad absoluta que otorgaba que la policía que debía investigar los hechos era amiga de sus autores, cuando no lo eran ellos mismos, empezaron a surgir incendios en librerías, cines, redacciones de revistas, editoriales,… “Un libro es un arma” pasa revista a todos estos acontecimientos que, de otra manera, quedarían ocultos, en el mejor de los casos, en una escondida sección de sucesos.
Si las imágenes son ya bastante deficitarias (la fantasmagórica imagen que adjunto corresponde a la exposición y venta solidaria de libros de Distribuciones de Enlace que tuvo lugar en el BLO, la Bolsa del Libro de Ocasión de la Delegación de Alumnos de la Escuela de Ingenieros, y es de las que más se salvan en cuanto a claridad), el gran problema, como pasa en todo ese cine independiente pero de verdad, rodado con lo puesto en 16mm , con sonido asíncrono, está en su banda sonora. Han puesto unos subtítulos que ayudan a entender lo que dice en el documental el responsable del Taller de Picasso, también incendiado por los ultras, pero igualmente sería necesario añadirlos, por ejemplo, en la mesa redonda con gente como Alfonso C. Comín o Beatriz de Moura.
En el último intento de restauración establecido, la llegada de esos pocos subtítulos se vio compensada con la supresión de la entrevista que tenía, recuerdo, a Romà Gubern en su despacho de la calle Hurtado, donde me recuerdo haciendo una colaboración “técnica” (ejem), aguantando una percha con un foco.
También, como anécdotas personales, me acuerdo de lo del Taller de Picasso o de la entrevista en la librería Viceversa a Joaquim Romaguera, que trabajaba en su altillo y ponía siempre preciosos discos de Bill Evans. E, incluso, me ha parecido distinguirme entre los que curiosean algún libro expuesto en las mesas de la Escuela, pero se ve tan mal que no puedo confirmarlo.
Ah: en el rodaje de la mesa redonda ya participó como cámara Llorenç Soler y volviendo a ver ahora la película me ha parecido reconocer sus trávellings en la Escuela de Ingenieros, así como me ha hecho gracia reconocer a Ricard Pasanau haciendo las entrevistas y la voz del narrador como la de Paco Caja, que había hecho de protagonista en el “Lock-out” de Padrós.
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