miércoles, 23 de agosto de 2023

Lo que rodeó a Tout va bien


De acuerdo: las películas se han de apreciar (o todo lo contrario) por ellas mismas, sin que interfiera para nada el conocimiento de lo que ha llevado hasta ellas. Pero, al mismo tiempo, mira si no hay ocasiones en las que eso que se ha conocido del “alrededor” de la película te hacen mirarlas de otra forma.
Todo esto viene a cuento de haber sabido, gracias a la “biografía definitiva” de Jean-Luc Godard escrita por André de Baecque, unas cuantas informaciones de lo que rodeó a “Tout va bien” (Grupo Dziga Vertov -Jean-Luc Godard y Jean-Pierre Gorin-, 1972), sobre las que yo vivía en la inopia.
Una primera, de gran peso, es que cuando Godard y Gorin consiguen hacer que Yves Montand y Jane Fonda (pese a las reticencias de estos dos actores, quienes querían hacer una película “de izquierdas”, pero dicen ver todo lo planteado “muy lioso”) acepten ser los protagonistas de este “love story, pero hecho de otra manera -autrement-“, y están a punto de iniciar el rodaje, Godard tiene un grave accidente, paralizándose el proyecto.
Uno de los elementos más recordados de “Tout va bien” es ese decorado abierto, a modo de “13, rue del Percebe”, copiado por Godard -en esto Joaquín Jordá tenia razón- del previo que su adorado Jerry Lewis había empleado en “El terror de las chicas”. Lo que no sabía es que se escogió para tener concentrado el rodaje y evitar desplazamientos del realizador, que apenas podía con su alma.
Godard tuvo un accidente de moto y fue atropellado por un autobús. “Pelvis fracturada en varios sitios, cinco costillas rotas, rodilla dañada y traumatismo craneal. Pierde mucha sangre. Su piel, alrededor de la pelvis y por los muslos, pinzada por los neumáticos del autobús, ha sido literalmente arrancada. (…) Godard queda en coma durante una semana, intubado, con un hemotórax doble, vigilado por un médico de guardia. (…) Los médicos son pesimistas y confiesan a Gorin que el herido no sobrevirá”.
“Godard está en el hospital seis meses, pero permanece en convalecencia aún mucho más tiempo. Ha sufrido una ‘incapacidad temporal total’ de un año.”
Son los seguros del film los que pagan las facturas, pero para salvar la producción -y evitar el pago de facturas correspondiente- Montand y Fonda deben seguir en el proyecto, y no lo tienen nada claro. De Baecque comenta que Gorin le explicó cómo lo consiguió de Jane Fonda: “le dije que todos los chinos estaban con nosotros y que la perseguirían por todo el mundo si rehusaba hacer el film”. Le hizo firmar, además, una carta para el seguro conforme veía a Godard capacitado para dirigir el film, lo que no era en absoluto cierto.
Montand, por su parte, inquieto, le pide aclaraciones a Godard sobre su personaje, y como mínimo sobre cómo debe vestirse. Godard ni le contesta.
En el rodaje “el cineasta apenas puede caminar, ayudado de unas muletas, ocho meses después de su accidente, y dirige las escenas generalmente sentado (…). Vive con una sonda y un catéter, para drenar los medicamentos en su sangre, lo que es muy doloroso. (…) Puede estimarse -concluye De Baecque- que Gorin aseguró lo esencial de la ‘puesta en práctica’ del film, mientras que Godard lo concibió”.
Aún hecho un asco, no obstante, genio y figura, hasta la sepultura: La relación con Montand y Fonda en el rodaje tiró hacia lo penoso. Ninguno de los dos quiso ser dirigido únicamente por Gorin, y Godard “los hirió y humilló” constantemente, como ya había hecho antes, en “Week end” con Jean Yanne y Mireille Darc.
Para terminar con el tema, hay en el libro una carta de Montand y unas declaraciones de Jane Fonda, ambas contra Godard, bien jugosas.


 

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