La vieja historia del desencuentro brutal, con intercambio de correspondencia denigratoria y dejarse de ver quienes habían sido amigos inseparables: Jean Luc Godard y François Truffaut. Antoine de Baecque señala un punto de inicio en el proceso: “Masculin féminin” (1966).
Según de Baecque, ese inicio se produce al bascular la posición de Jean-Pierre Leaud entre uno y otro.
Godard, a quien frecuenta desde 1963, le da un papel de protagonista en el film, tras haber aparecido, más bien como homenaje a la primera película de su entonces gran amigo, en una escena de “Pierrot le fou” (1965) y, previamente, haberle empleado en todo tipo de pequeños trabajos (“asistente -ir a buscar cigarrillos, café, bloquear una calle, reparar algo- en Une femme mariée, Alphaville y la misma Pierrot le fou”).
En “Masculin féminin” los espectadores pueden descubrir un Leaud “más triste, más solitario. (…) Léaud, de alguna forma, es el anti-Belmondo en la pantalla. El éxito de “Los 400 golpes” lo habría podido volver escandaloso, arrogante, odioso. Y luego él cambió: se puso a leer, a oír música, olvidó la moda, se convirtió en una persona reservada, modesta, meditativa. Es de esa gente que se pasea por su vida y no ve más que cosas tristes.”
De Baecque reproduce entonces un fragmento de una primera carta de Truffaut a Godard preocupado por ese cambio: “Jean-Pierre ha cambiado desde Los 400 golpes, pero puedo decir que es en Masculin féminin en la que me he dado cuenta por vez primera de que encontrarse delante de una cámara podía aportarle angustia y no alegría”.
Y acaba con esta reflexión: “El autor de los Doinel no está celoso, ni es posesivo, no reclama derechos de su criatura, sino que le reprocha a Godard haber hecho un personaje triste, condenado al fracaso y a la muerte, forzosamente infeliz. La posición de Léaud, cada vez más partido entre dos padres, evidentemente truffautiano por naturaleza pero fascinado por la inteligencia artística de Godard, protegido por el primero pero animado de un fuerte deseo de emancipación, de sed de aventura y compromiso, es una clave para comprender la progresiva ruptura entre las dos personalidades surgidas de la Nouvelle Vague. El proceso de esta ruptura, brutal, política, definitiva en junio de 1973, empieza con Masculin féminin.”
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