El cartel que pintó, como se ve al final, delante de la cámara.
Marti Rom me comentó que Joan Miró les explicó con cara de complicidad que les había convocado un martes en Son Abrines, su taller mallorquín, porque ese día Pilar, su mujer, lo tenía ocupado y podrían estar solos sin ser molestados.
Pero los ahora 19 minutos de esta película rodada en 16 mm contienen bastantes más cosas.
Se inician con unas tomas en blanco y negro que emulan el footing que hacia el jovencito Miró yendo desde el Mas Miró hasta la playa de Montroig, donde efectuaba toda una tabla de ejercicios gimnásticos. Los del lugar que se cruzaban en su camino, no habituados a estas cosas que ahora nos asaltan por doquier, pensaban que no estaba muy bien de la cabeza.
Luego Martí Rom le sonsaca una serie de informaciones biográficas (que el pintor explica dando la impresión de encontrarse muy a gusto), que le confirman lo que siempre ha intentado demostrar el realizador: el fuerte sentimiento que unió a Miró con el territorio de Mont-roig.
Va colocando en su película Martí Rom también una serie de asociaciones visuales que muestran el esquema básico de lo luego tratado por él mismo en los tres volúmenes, enormemente documentados, que ha escrito sobre el universo de Miró en relación con Mont-roig, el lugar en el que nació toda su familia.
Viéndola ahora de nuevo, compruebo el vigor y la irónica acidez que demostraba por entonces. Basta ver esa sucesión de planos que muestran las placas de las calles y plazas de Mont-roig (una bonita colección de nombres de generales golpistas y otra de los “Caídos por Dios y por España”) y cómo una panorámica enlaza una de ellas con otra, cuyo nombre registrado invita a la resignación: “Calle del Calvario”.
Unas imágenes y grabaciones sonoras del acto de 1978 en el que, con presencia de Joan Miró, el consistorio de Mont-roig, venciendo un notable pasado carlistón, le dio su nombre a la plaza principal del pueblo en sustitución de la de “Generalísimo Franco”, se insertan antes del final, en el que Miró recorre su magnífico taller (dibujado por su amigo Josep Lluís Sert) y, finalmente, dibuja a colores, en un cartón, el título de la película.
La Filmoteca ha mostrado su plan de, en la próxima tanda de su proyecto de restauración del “cine básico” catalán, incluir este documental. Una decisión que me resulta de lo más justa y apropiada.
Hasta entonces, el enlace a la copia actual:
“Iba corriendo, desde casa hasta la playa”
Se le ve explicando cosas de Mont-roig a gusto.
Mientras suena Raimon, dibujando el título del cortometraje.
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