viernes, 13 de diciembre de 2019

Rafael Azcona

En un cameo en “El cochecito”.
La ciudad bajo el cielo del domingo 
ofrece un horizonte de corbatas, 
de aburridos soldados sin dinero,
de Tenorios con ropas perfumadas, 
de mozuelos que fuman a escondidas...

Estos versos corresponden al Rafael Azcona inicial, aún en su Logroño natal. Es curioso apreciar que ya tenía dentro a todos sus personajes. ¿Sería aún así el paisanaje de su ciudad? Yo creo que sí, e incluso el Madrid al que fue a vivir, a inicios de la década de los 50, pues como le he oído en alguna otra ocasión, era esa una ciudad magnífica, en cuya calle principal, la Gran Via, podían tomarte medidas paseando a primera hora de la noche y poco después, cuando regresabas en ese mismo paseo a esa zona, ya tenías hecho un traje.
Época de rodajes con Berlanga, en los primeros 60.
En cambio, como se oye decir a Manuel Vincent en este Imprescindibles que pasaron el otro día por La 2, “Rafael Azcona” (Fernando Olmedo, 2016, aunque es más probable que se trate de 2009, al año siguiente al de su muerte), más tarde, cuando tenia junto a otros periodistas y directores de cine la tertulia que se reproduce, ya sin él, en el programa, “el mundo de Azcona ya no era el mundo de Azcona”. Había cambiado...
En su etapa final, ya prestándose a aparecer ante una cámara.
Él mismo había cambiado. Recuerdo que se sabía que no quería salir nunca en televisión, acudir a ningún festival, nada. Era, salvo para el mundillo de sus amigos, la discreción personificada, hasta el punto que en el acto de entrega de uno de los premios que le otorgaron, él como siempre ausente, alguien -se ve también en el programa- inicia su intervención con un “¿pero existe Rafael Azcona? Pero de pronto, por el final, se dejó dar premios y empezó a aparecer en multitud de entrevistas y demás. Él mismo había cambiado.
En la entrega que le hicieron de un premio honorífico.
No es que este “Imprescindibles” sea un prodigio de realización, que no lo es. Hasta creo haber visto programas en los que, con su presencia mucho más constante, relatando cosas, se le sacaba mucho mayor provecho. Pero se sigue tratando de Azcona, y siempre se saca algo de un programa a él dedicado. En éste, por ejemplo, que le gustaba un montón echar a volar aviones de papel.
Ya hace mucho tiempo, por cierto, que no veo por la calle, abandonado en la cuneta, ningún avión de papel. Ni mucho menos planeando.

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