Entendiendo las dificultades, soy bastante crítico con eso de que las retrospectivas de un director no se presenten siguiendo estrictamente el orden cronológico de realización. Pero, mira por dónde, hoy he visto como una especie de justicia poética en el hecho de que haya sido precisamente con “La hierba errante” (1959) con la que se cierre el ciclo Ozu.
La troupe de teatro de la película se desintegra y parte con sus bártulos a otro lado. De la misma forma, la troupe habitual de espectadores que hemos seguido durante tres meses las diferentes películas del ciclo de la Filmoteca hemos cogido tras la proyección de esta tarde nuestros bártulos y nos hemos desintegrado como grupo fiel, partiendo cada uno hacia sus bases. A saber cuando se volverá a formar otra comunidad como ésta.
La película se inicia con ese ya famoso plano fijo de la botella en primer plano dialogando con el faro de un segundo termino (primera foto). Luego llegará ese otro plano fijo (segunda foto) con el buzón de correos, para ya, atando hilos, ver llegar en un barco ese grupo teatral que hacía muchos años que no pasaba por la localidad a pasar una temporada. El calor, marcado por el sonido de las chicharras, será a partir de entonces, ya en tierra, la nota ambiental más característica, junto al aguacero que cae en un par de ocasiones (foto 3 y 4).
La gente del grupo teatral se relaciona con la gente del pueblo o quizás, como en el caso de la hermosa hija del barbero (foto 5), tan sólo quiere relacionarse. Alguno de esos lazos que se forman parecen reproducir lo ocurrido, aún medio oculto, durante alguna estancia previa del grupo para representar sus obras de teatro en la localidad. Sólo que ahora las obras han abandonado su calidad para intentar atraer a más público.
Por el final, una de las dos escenas que hay ambientadas en la estación del tren me ha parecido preciosa, con el sonido del tren partiendo en off, mientras algo a la vez irreparable y hermoso tiene lugar, en lugar de tomar ese tren.
En dos o tres escenas se ven caer unos pocos pero grandes copos como de nieve. Es extraño porque no liga con la estación y además parece tratarse de interiores. Alguien me ha informado que eso es, precisamente, la hierba errante del título, que cae en determinados momentos o se va, como la troupe teatral, con sus bártulos a otra parte.
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