Una cita para estas fechas, en las que escasean las tentaciones en forma de actividades atractivas.
Al irla a ver cuando su estreno, en época de dominio ambiental (al menos por el ambiente en el que movía) de un pensamiento anti-sociedad establecida, recuerdo haberle puesto un pero a “El pequeño salvaje” (François Truffaut, 1970).
Tenía muy presente el final de “Los 400 golpes” (1959), en el que Antoine Doinel se escapaba del correccional y emprendía una carrera hasta llegar, libre, a una playa, con la inmensidad del mar en el horizonte. En “El pequeño salvaje” había una escena que visualmente recordaba bastante a ese final. Víctor escapaba de donde le estaban educando para integrarlo a la sociedad. En el plano similar, en vez de la playa y al fondo el mar, se veía un campo labrado y al fondo un bosque. Pero el muchacho, en vez de dejarlo atrás todo para ir a vivir su vida, regresaba para integrarse.
En otras ocasiones en que vi la película ya no sentía eso como una afrenta, valorando que Truffaut, un gran autodidacta a base de lectura de libros y visión de películas, había querido ensalzar los valores positivos de una educación que, sí está bien llevada, tampoco es cosa despreciable. A ver qué sensaciones transmite ahora...
La película hacía ya un tiempo que no circulaba, con lo que es buena noticia su pase. La cita: mañana viernes 27, a las 19,30h, en la Filmoteca, dentro de su ciclo “Cineclubisme: el públic s’organitza”. Con el valor añadido de su presentación por parte de Alfonso Levy, una persona que tiene a Truffaut, además de en gran estima, tan conocido como si fuera de su familia. Me ha pedido que le introduzca, por lo que ahí estaré para darle la palabra... y volver a ver la película.
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