Si criticaba a “El huevo de la serpiente”, entre otras cosas, por las pocas características que mostraba de lo que ya, después de un ciclo tan largo, consideramos de Bergman (de hecho, me hicieron ver que sí tenía parentesco con ciertas cosas suyas, pero vi que eran precisamente las que más aborrecía), está claro que no se puede criticar a “De la vida de las marionetas” (1980) por ese motivo, por mucho que esté dialogada en alemán y no contenga ningún actor de los de su troupe.
En la película se dan sueños (como el del asesinato ante el espejo, con una estética similar a la de “Persona”); sus personajes se desvelan por la noche y beben a espuertas, recitan a la cámara cartas que han escrito con el rostro en primer plano o deben someterse a reuniones familiares fastidiosas; en una escena suena un tic-tac insidioso de un reloj y hasta en un par de ocasiones sabemos que se oyen en la lejanía unas desestabilizadoras sirenas de ferries (aquí trastocados en ruidos de camiones por la autopista).
Pero, por encima de todo, el film se constituye como un condensado, de lo más desesperado, de un sentimiento de angustia visceral que corre por todo su metraje, pero que se nombra directamente en al menos dos ocasiones. En una de ellas el protagonista habla de la bondad de un proceso que, al eliminar la identidad de las personas, provoca el alivio de hacer desaparecer con ella la correspondiente angustia. En otra ocasión, el personaje homosexual explica su profundo desagrado al contemplarse cada mañana en el espejo. Porque no se trata únicamente de la angustia vital del deprimido protagonista, que estalla hasta sangrientamente, achacada por su psiquiatra a pulsiones homosexuales reprimidas y al poder castrador de una madre. Su misma y centrada pareja, Katherine, habla de un sueño en el que comprobaba su incapacidad para hacerse sentir.
Tengo claro que no recomendaré nunca esta claustrofóbica, desesperada película a nadie... a no ser que sea alguien que quiera observar directamente de qué va la famosa angustia del realizador. Aquí la vuelca con holgura.
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