El anuncio del corto (muy corto: 11 minutos) era algo engañoso, por mucho que corresponde al de la introducción del mismo Ingmar Bergman, al que vemos sentado junto al proyector de 16mm, a punto de ponerlo en marcha para que lo veamos. En ella dice que se centra en filmar el rostro de su hijo Daniel Stephen, "la cosa más bella y estimulante que existe" desde su nacimiento hasta la edad de dos años.
Estoy hablando de "Daniel" (1967), pasada hoy en la Filmoteca en un estupendo programa doble con un reciente documental de Jörn Donner sobre el mismo Ingmar Bergman, del que hablaré mañana.
¿Por qué digo que es engañoso? Pues porque es bastante, pero bastante más. Es verdad que hay muchas tomas del pequeño Daniel que no distan mucho del film familiar que todo padre que se precie ha efectuado en su día con su hijo, pero no es la cara del recién nacido, en absoluto, la auténtica protagonista.
La primera imagen del montaje sobre metros y metros de films familiares que nos proyecta Bergman es, no por casualidad, una preciosa, tomada con fondo de vegetación, del rostro de perfil de la madre de Daniel, a la sazón vestida de rojo apasionado. Le sigue una excursión de ella y otras hermosas mujeres por el bosque con una canasta, en busca de setas. Es mucho antes de la utilización de films familiares por el cine para traspasar impresión de realidad, pero ahí está la esencia de esos momentos de "Toro Salvaje" o, sobre todo, "París Texas", todo su poder evocador.
La cámara escoge de entre las diferentes chicas a la madre de Daniel y se fija en su pecho. Entonces un racord convierte el pecho en, ahora sí, la cara de Daniel, recién nacido. Y luego sí que casi todo son tomas de Daniel escogidas de entre las captadas durante esos dos años señalados, acompañadas de una música alegre y también en un momento, para no dejar de ser un Bergman, el tic tac de un reloj de pared en la banda sonora, un tic tac que, para recalcar la intención, viene acompañado al momento del sonido del reloj dando las horas.
Tenía interés en saber qué había hecho Ingmar Bergman en este cortometraje, cómo había llegado a hacer y decir todo lo esperable de un padrazo de pro quien, una tras otra película parece odiar la llegada de ese niño que rompe una relación idílica teñida hasta entonces con la madre y que llega a decir en unas declaraciones que "todo se estropea cuando ella se queda embarazada".
¿Será trigo limpio en su declaración de amor paterno el realizador o estaré cumpliendo únicamente un acto de desagravio, exigido para mantener la concordia con una mujer? Perece ser lo primero, pero mentiría si digo que lo tengo del todo claro.
(No he encontrado ninguna imagen de la película, por lo que adjunto en su lugar esta foto del realizador con su hijo tomada cuando éste ya era unos meses mayor.
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