domingo, 5 de mayo de 2013

Más allá de las colinas

Las dos huérfanas. Si “4 meses, 3 semanas, 2 días” (Cristian Mungiu, 2007) ya seguía los avatares de dos amigas en pos de un aborto para retratar una sociedad que se veía que estaba seriamente tocada, “Más allá de las colinas” (2012), hoy en la Filmoteca, hace salir del cine con la convicción de que Mungiu, si no ha vuelto a hacer la misma película, es, en todo caso, porque consigue en esta última llevar la desolación ante el panorama un escalón aún más arriba.
Ya en la primera escena salta una tensión inaudita. Una chica –residente en un convento- va a buscar a la estación a su amiga de la infancia, a su compañera del hospicio, que llega con la intención de llevársela consigo, de hacerle abandonar ese convento comedura de coco. La cámara nerviosa de Mungiu, la aglomeración de gente en contra-dirección, la visión de la amiga al otro lado del andén, el pitido insistente del tren, hace pensar en lo peor.

No es que la película no esté exenta de humor. Se aprecia, y mucho, en una escena en que las chicas del convento le leen la lista de pecados a la recién llegada, para facilitar su tarea de cara a la confesión. También cuando Mungiu retrata a las instituciones rumanas: como auténtico cadáver flotante. Ya no sólo la iglesia, sino también la sanidad, la policía,... En la escena final, precisamente, la cámara dentro del coche de la policía, se llega a oír una exclamación del conductor del coche -“Dios mío, qué mal está el mundo!”- y, para más claridad, vemos como un coche que pasa lo salpica todo, y el limpiaparabrisas del coche debe emplearse a fondo para apartar de ahí todo ese fango …

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