Es un regalo feliz que me hizo el otro día un amigo, que lo buscaba para dármelo desde que leyó una colección de “Me acuerdo de…” que le pasé sobre el barrio de nuestra infancia.
Porque este “Sí, ya me acuerdo…” (Ediciones B, 1997) empieza con un conjunto de frases de esas al estilo del “Me acuerdo” de Georges Perec y similares, como:
-Recuerdo la cazuelita de aluminio a la que le faltaba un asa y donde mi madre freía los huevos.
-Recuerdo un viaje en tren durante la guerra: el tren penetra en un túnel, se hace una gran oscuridad y, entonces, en medio del silencio, una desconocida me besa en la boca.
-Recuerdo la música de Stardust. Era antes de la guerra. Bailaba con una chica que llevaba un vestido floreado.
-Recuerdo a Greta Garbo mirándome los zapatos y diciendo: “Italian shoes?”
-Recuerdo mi proyecto de elevar el Tíber construyendo debajo una carretera.
Entre ellos y el desarrollo que de varios de ellos hace a continuación se encuentra lo mejor, a mi gusto, de este librito… que no es en realidad un libro de memorias, sino la transcripción de las conversaciones autobiográficas de Marcello Mastroianni con Anna María Tatò para una película de ésta.
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