viernes, 20 de mayo de 2022

Los cinco movimientos de Sin título

Emma Fernández y Julio Lamaña en el nuevo lay-out efectuado para la ocasión en el escenario de la sala Laya.

Julio Lamaña luciendo orgulloso una camiseta del Cine-club Fritz Lang de la Universidad Autónoma de Barcelona, donde ambos aprendieron a ver cine.

Un pequeño decorado para los Dies Curts: nuevo lay-out del escenario de la sala ayer en la Filmoteca, cambiando la mesa habitual por unas sillas y mesita baja. Se pasaban los cinco movimientos de “Sin Título” (Ricardo Perea y Julio Lamaña, 2015-2020) y antes y después Emma Fernández, demostrando holgadamente haberlos visto por delante y por detrás, hablaba sobre ellos con Julio Lamaña.
Vistos todos juntos, uno detrás de otro, el conjunto adquiere una entidad diferente, así como una unidad global que parecía impensable habiendo visto varios títulos sueltos previamente.
Todos ellos están rodados en una zona limitada, en escenarios muy cercanos unos a otros, y van pasando de las creencias (el popular ascenso a Monserrate) a la muerte (las historias del cementerio), la vida (el mercado) y los sueños (en el parque de atracciones: muchos de los sueños que se narran en la banda sonora dan la impresión de pesadillescos, y la voz de la chica que relata uno de ellos reflexiona si traducirán las brutales tensiones en las que ha estado y sigue estando envuelta Colombia), para obtener un colofón inesperado pero perfecto en su quinto movimiento, con las visiones de un posible futuro confrontadas con la de las calles del centro de Bogotá completamente vacías, durante el confinamiento por la pandemia.
Lástima que el haber reemprendido hoy en día -a lo bestia- la antigua normalidad, haga que sea precisamente este último movimiento el que quede más anclado en un pasado, significativo, pero sorprendentemente ya casi olvidado, como si solo se hubiera tratado de un sueño más.
Repiten sus autores que las imágenes y la banda sonora de sus piezas van cada una por su lado y eso puede llevar a confusión, cuando es precisamente el encuentro de ambas -es verdad que registradas independientemente- lo más estudiado, lo que da el tono y las marca a fuego. En la sesión Julio Lamaña ya explicó que es el proceso de montaje entre ambas (reconociendo que es la de sonido la que se edita primero, prefigurando lo que será cada pieza) lo principal.
A ver con qué nos sorprenderán Perea/Lamaña a partir de ahora. Parece seguro que será otra “no-ficción”, pero habrá que esperar para comprobarlo.


La sitúela de Montserrate, difusa, allá al fondo, en el primer movimiento de “Sin título”.

Recorriendo la muy variada vida del mercado tropical -¿habrá sido la mirada venida de lejos de Julio Lamaña la que en este caso más reparó en ella?- un primer plano nos ace4ca a las pocas monedas de cambio.

Imágenes fantasmagóricas del cuarto movimiento.

 

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