“Pero la previsión (de Rohmer, en “Le genou de Claire”) más delirante, recuerda Barbet Schroeder, fue para la secuencia en la que Jean-Claude Brialy se agacha y recoge una rosa. Un año antes, Rohmer había plantado el rosal en el sitio donde debía florecer, calculando la fecha de esta floración, que se inscribió en el plan de trabajo… Todo pasó como previsto”.
(Leído -haciéndome mucha gracia, por lo que explica de la personalidad del director- en “Éric Rohmer”, de Antoine de Baecque y Noël Herpe)
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