He encontrado por YouTube “La lluvia de julio”, un largometraje de 1966 de Marlen Khutsiev, el realizador de “Tengo veinte años” (1964), el que tenía ese tour de force que te dejaba boquiabierto a la primera de cambio siguiendo con la cámara la ronda por la ciudad de tres jóvenes.
Valdría la pena verla aunque sólo fuera a su vez por el travelling con el que la cámara sigue a la multitud de la ciudad (que me ha recordado a los que conseguía Cuarón en “Roma”) y a la protagonista durante los títulos de crédito mientras, en la banda sonora, una emisora sintonizándose capta canciones occidentales o diferentes músicas, o, poco más tarde, por esas imágenes en las que la cámara pasa, siguiendo a la pareja, por un enjambre de trolebuses, eleva su visión por las catenarias para volverla a bajar y captar a la misma pareja, minúscula, en la calzada.
Hay más: una llegada de personajes en coches oficiales al son de Louis Amstrong, un recorrido de la cámara en un coche por la ciudad mientras se oye una música que bien pudiera ser de Burt Bacharach o una fiesta casera con los asistentes bailando un madison, además de varias escenas corales adicionales.
Pero lo que predomina, acentuado por el desfase con el que aparecen los subtítulos ingleses y la ausencia de sonido directo, es la crónica de un impasse y la impresión de haber dado con un nuevo cine soviético, al estilo de los nuevos cines de otros países de todo el mundo por aquellos años 60.
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