martes, 26 de mayo de 2020

Suspensión

El trampolín de la muerte. De tanto en tanto se aprecian los derribos de la carretera producidos por deslizamientos causados por las continuas lluvias, porque éste no es el tiempo habitual de la zona...
 Madre mía!
Tiene “Suspension“ (Simón Uribe, 2019, una de las películas del Docs Barcelona, visible en Filmin solo hasta mañana, miércoles 27) ese hálito de la inmediatez muy arraigado. Noticias de la radio, reportaje televisivo sobre una inundación con brutales deslizamientos, acompañamiento a un conocedor local en su recorrido con camión por la bacheada ruta protagonista de la velada, con perro expectante.
Esta continua humedad sí liga más con el clima que se ve en el film es característico de la zona de esta carretera que lleva a Mocoa.
Una carretera de 1944 dejada de la mano de Dios, con continuos derribos, necesidad de peliagudas maniobras al borde del precipicio al cruzar un camión, es la protagonista y a la vez la excusa para hablar de esa supuesta fatalidad que pesa sobre Colombia, en forma de obras pendientes y despilfarros improductivos por parte de sus gobiernos.
Uno de los continuos deslizamientos.
El film parece alcanzar un cierto reposo con el inicio de la siempre prometida construcción de una variante que, según las promesas gubernativas, va a acabar de una vez por todas con las penurias. En medio de un paisaje impresionante, bellísimo, vemos que tienen lugar unas obras a pico y pala sobre las rocas, en medio de un húmedo paisaje tropical. Un habitante del lugar mira en la televisión un spot de realidad virtual sobre la variante, obra de ingeniería donde las haya, con puentes, túneles, etc. De la realidad virtual pasamos a la situación actual, en la que una pequeña cuadrilla de obreros echan hormigón al oxidado armazón de lo que será un viaducto en curva, sobre un barranco.
Después de años en los que una cuadrilla de cuatro o cinco obreros han estado golpeando Roca a pico para iniciar la variante San Francisco-Mocia por la ruta de la antigua calzada de los carmelitas, se ve la construcción de este trozo: un viaducto en curva, sin entrada ni salida.
Parece que la película va a derivar hacia la exaltación de la gran obra construida, pero la captación del ocio dominical de los lugareños y una brutal sorpresa final desmienten categóricamente esa posibilidad.
Nuestro cicerone y su atento perro en el viaducto.

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