Tayllerad (el mismo Sacha Guitry), relatando. |
Me ha hecho gracia que sea el mismo Sacha Guitry el que abra su “Napoleón” (1956, en Filmin *) y que lo haga como lo hace. Interpreta a Tayllerand. Ha recibido en casa unas visitas, cuando le llega un mensaje comunicándole la muerte de Napoleón. No parece alterarse en demasía por la noticia, al contrario que sus tertulianos. Primero se indigna de la postura de una señora que, aún sin conocer nada, está dispuesta a dar su opinión sobre el gran hombre y la expulsa con cajas destempladas de su casa. Luego, ante la demanda de quienes saben que él fue una de las piezas fundamentales en los hechos que envolvieron al personaje y su época, se dispone a, en su estilo, a su aire, a explicarnos su biografía, cuyas escenas iremos viendo a lo largo de toda la película.
Su estilo es el de “Sí Versailles m'était conté” (1954), la única película suya, para mi vergüenza, que he visto (pues aun espero un ciclo de la Filmoteca con todas esas películas tan populares de los años 30...) y el caso es que es un estilo que, en momentos como el de anoche, rebotado de otras sesiones, me apetece y me sienta bien.
De intrigas. |
La infancia, juventud, boda del héroe se presentan de lo más acelerado. Me encanta el encuentro y petición de mano a una hermosa mujer, previo al flechazo que se produce con Josephine, que también vale la pena observar. En el primer encuentro, directo, el joven insolente le pregunta si es virgen. Ella, pudorosa, asiente. Pasamos al día siguiente, en que ya la va a buscar. Se dan un apasionado beso. Ella, azorada, le pregunta si recuerda que el día anterior le preguntó si era virgen. Ante el asentimiento de Napoleón y nuestra expectación por saber qué le confesará entonces, le dice:
- Ahora tengo la impresión de no ser tan virgen
El caso es que se van sucediendo todas las historias, como pasando un tebeo, un libro de estampas, de forma acelerada.
En un momento dado, el cambio de actor y con él el cambio marcado por la iconografía pictórica en el personaje lo resuelve Sacha Guitry, que parece que conozca a Bertold Brecht, mediante un cambio de peinado: le cortan el pelo, le peinan el flequillo... y ya tenemos al otro actor.
Napoleón joven, general a los 26 años gracias al desconcierto de unos tiempos revueltos. |
Y, después de una sesión de peluquería, ¡zas!, Napoleón ya curtido en batallas. |
Me iba preguntando si la velocidad narrativa no sería debida a ser la copia de Filmin una muy reducida, pues constaba de 95 minutos, frente a los 182 de los que informa Filmaffinity para la película. Pero al final, sorpresa, veo que se acaba el tiempo sin llegar siquiera a Waterloo. Y aparece de sopetón un rótulo, “Fin de la primera parte”... sin que fuera capaz de encontrar por Filmin la segunda. ¡Vaya chasco! Aunque, quién sabe si la hubiera visto entonces, porque fue seguramente su sorprendente duración reducida la que me llevó a ponerme a ello.
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