Hay pequeñas películas, hechas como ésta literalmente “en familia”, que suelen pasar desapercibidas, pero a cuyos realizadores les iba la vida en ellas, y se nota.
Vi antes del verano “Marx può aspettare” (Marco Bellocchio, 2021) gracias al DVD que me prestó un amigo, y enseguida vi que era para mí una de las películas del año.
Como, además, una de sus escenas -por el final, siempre por el final, tras larga labor de zapa…- me llegó emocionalmente, escribí estas líneas para que La Charca Literaria, que las publica hoy, las sacase en la sección esa que alimento de tanto en tanto, donde confieso que “Casi lloré cuando vi esa escena en el cine”.
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